sábado, 11 de mayo de 2013

LA CRISIS Y EL SISTEMA ESPAÑOL DE GOBIERNOS

LA CRISIS Y EL SISTEMA ESPAÑOL Todo el sistema español, al menos en mi opinión, tanto político, como administrativo, y lo que es peor, el judicial, permanece inmerso en una situación decimonónica que le impide desarrollarse con fluidez y modernidad. La influencia permanente en mayor o menor nivel, pero siempre preponderante, inmovilista, ideológica y obsoleta de la iglesia católica, en los diferentes poderes de este país, nunca ha permitido la adecuación a los cambios positivos, qué sin embargo los demás países de nuestro entorno, y sobre todo los de cultura reformista o luterana, surgidos aquellos cambios, tras el movimiento científico e investigador iniciado desde el siglo de las luces (XVIII) y que continua imparable durante todo el siglos XIX y ya el XX. Fue, entre otros, la iglesia contaminadora, el freno que determinó la ralentización innovadora que sacó a los demás países de una época casi medieval, si exceptuamos un Renacimiento que nunca llegó a implantarse en todos los territorios europeos de forma completa. Los ingleses, con un rey puramente católico como era Enrique VIII, tuvieron la suerte que debido a las perversidades y caprichos de ese rey, en que devinieran en el enfrentamiento con Roma, dando lugar a la aceptación luterana, que aunque con matices, daría lugar a la iglesia anglicana. Obtuvieron entonces aquellas libertades introducidas en todos los campos de la administración del país y su posterior imperio, qué con Centro Europa les condujeron a un progreso, que los católicos países del sur del continente e Irlanda, aún a día de hoy no han conseguido. España y sus antiguas colonias, debido a esa perniciosa influencia, todavía no consigue despegarse de ese cordón umbilical que como rémora le impide dar el salto a la modernidad. Toda esa ralentización está además inclusa en un sistema empresarial de señorío, y dentro del comportamiento de todos los dirigentes del color y campo que sean. La judicatura, muy papista y demasiado burocratizada, no acaba de dar las satisfacciones que la sociedad espera y desea, una rapidez y eficacia, aparatadas del embarullamiento doloso y desesperante que la distingue, a la búsqueda de sentencias torcidas que benefician siempre a los mismos. Y aunque de vez en cuando aplique alguna sentencia justa con ese tipo de delincuencia, es únicamente como disfraz y excepción. Decía el sibilino Julio César a su pequeño hijo Cesarión: “cuando impartas justicia condena a muerte solo a quienes tengan grandes fortunas y patrimonio, ya que te quedarás con todo, y perdona a quienes, de aquellos adversarios levantiscos, nada posean. Te serán fieles hasta la muerte. Verán en ti un gran hombre y mejor gobernante. No se darán cuenta, al menos la mayoría, de las intenciones verdaderas”. Esto es España. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 11-05-2013

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