viernes, 18 de septiembre de 2009

LOS PELIGROS DE LAS SECTAS RELIGIOSAS Y OTROS

LOS PELIGROS DE LAS SECTAS Y OTROS.
ADVERTENCIA A NAVEGANTES

De todos debiera ser bien conocido el enorme peligro que encierra el pertenecer a cualquier tipo de secta, pero sobre todo, las religiosas. Y de entre ellas, las peores, aquellas de orden monoteísta o dictadura divina, que por desgracia, servirán de modelo de comportamiento para aquellas sociedades donde manda, desde la política hasta la familia, y donde el autoritarismo más profundo y machista tendrá su hogar.
El fanatismo propio de un adoctrinamiento religioso, es el mayor lavado de cerebro que uno se pueda imaginar. El mayor de los peligros, no nos olvidemos, se encuentra, cuando en casa, esos católicos padres, aún sin darse cuenta, debido al peso de la tradición, algún familiar incluso en el clero, y costumbres arraigadas de manera enfermiza, debido quizás a muchos años de práctica, dentro de un país gobernado por un nacional catolicismo activo, y por lo que esas personas, fanatizadas profundamente no son conscientes de tal gravedad. Lo peor de ello, es cuando ese tipo de gentes, creen estar por encima de los demás, debido a tales creencias y prácticas, y en la equivocada seguridad de una verdad rebelada y única, jamás comprobada por imposible. Por ello solo basada en la fe, que en resumidas cuentas es lo mismo que nada. La fe es algo inane y sin peso alguno, de ahí el fanatismo católico, con tantos pobres desgraciados quemados y torturados, con la triste anuencia de una fanatizada sociedad. Yo hasta aquí, puedo entender que haya personas estigmatizadas con ese tipo de praxis y creencias, fundadas en un todopoderoso catolicismo, amparado, y aún promovido, por una pasada dictadura, pero actualmente con flecos aún con poderío. Lo que ya es muy peligroso, es aquello de vivir en casa tales despropósitos, al influir de manera profunda en la prole. Ello puede traer consecuencias irreversibles. Posiblemente tragedias, generadas en el choque entre aquello que te inculcan en casa, y lo que realmente sucede en la calle y en la vida real, y que al pasar de una dictadura profundamente católica a la democracia, muchos jóvenes, así influidos por padres recalcitrantes, no pueden resistir, ni siquiera combinar. Cuando menos, la reflexión que conduce a la razón, que te puedes encontrar entre tus amigos, y en la realidad de la calle, chocará frontalmente con el adoctrinamiento de ese altar católico que es ese tipo de hogares catolicísimos de enfermiza comunión diaria. Y da igual, fanáticos todos: musulmanes, judíos o católicos. Quienes venerando al mismo dios, y en nombre de él, se maldicen, se desgarran en cruentas guerras, matándose entre ellos desde hace siglos. Mayor fanatismo no puede existir. Los primeros cristianos, convencidos, se entregaban en Roma al tormento y a las fieras, en nombre de su dios católico. ¿Habrá mayor fanatismo? ¿Acaso querría ese dios, de existir, exigir semejantes sacrificios a sus criaturas? La estupidez humana no conoce límites.
Los hijos con naturaleza profundamente sensible, (dependiendo de esa naturaleza, no todos responden igual) prefieren sufrir en silencio, el terrible conflicto que en sus corazones y en sus mentes se realiza. Pero también los terribles problemas familiares, en ese ámbito, de profundos desacuerdos, han de causar, en aquel tipo de personas, debido a la presión paterna y de su secta, un final dramático. Aman a sus padres y no quieren causar más dolor con el enfrentamiento, ya que con los católicos, sean seglares o clero, jamás se discute su dogma; o bien lo aceptas, o si no, si pueden y para salvarte, te atormentan de mil maneras; sicológicamente con sus sentencias, o detentando el poder, te llevan a la hoguera. Si además ese tipo de jóvenes ha entrado a formar parte de esa secta católica, dentro de sus nuevas juventudes, en estos libertarios tiempos que corren, y debido a un desastroso choque de valores, entonces el conflicto será desgarrador, pudiendo acabar ese perfil de joven en la determinación, después de mucho pensar, en una muerte violenta y rápida, mediante el suicidio. Este triste fin, obviamente, deja un mensaje manifiesto de la ruptura más profunda con la secta, y posiblemente con unos padres, intransigentes en su soberbia redentora, a causa de ese funesto e inane dogma católico, que tanto daño ha causado a las sociedades y a los individuos, en estos últimos casi dos mil años, al labrar la infelicidad de una mayoría. Entre todos le han matado. La persona en cuestión, sabe que el suicidio no es aceptado por ese dios católico, por lo tanto, jamás verá a su dios tras la muerte, ni la ortodoxia católica permitirá su inhumación en sagrado. Esa persona, al menos en mi opinión, muere dentro de un ateísmo reciente, desesperado y confuso, por lo tanto, aún no del todo asimilado. Es el triste triunfo de la razón que irrumpe como un tornado, sobre las vacuas creencias religiosas, propias de personas atormentadas, debido quizás, a la incomprensión por parte de su entorno más cercano.
La falta, quizás inconsciente, de comprensión hacia ese hijo o hija de especial sensibilidad, por parte de sus progenitores y entorno, debido a ese inmovilismo católico, padre de la arrogancia, en el que están insertos, no permitió al joven hablar abiertamente con sus padres. Si lo intentó alguna vez, no hubo aceptación. Su sensibilidad, que le llevó a creer en ese dios tan sanguinario y cruel como es el católico, y de manera profunda, durante su infancia y adolescencia, y lo que es peor y más comprometido, a manifestarlo públicamente, creó, en el momento, quizás tardío, del despertar de esa mente, un tal conflicto interior, que vio como único camino de liberación, el liberador suicidio. Y quizás aún pensando, antes de arrojarse al vacío, que una vez decidido, habrían de bajar ángeles del cielo y detener la caída, transportándole en vida al cielo. El llamado: “Paradigma de la Frustración de Cristo”; quien asume el martirio y crucifixión, en la pueril seguridad de ser apartado de aquel cáliz por el omnipotente poder celestial, y luego recogido por ese Padre y su coro angélico, en el último momento, y antes del desenlace fatal. ¡Qué burla más amarga! Jesús se hizo ateo en aquellos postreros instantes de tanta aflicción. Como un Don Quijote galileo; otro desdichado y desfacedor de entuertos, vivió loco y murió cuerdo, y al contrario del manchego, y para su desgracia y lo que es peor, de la de millones de engañadas almas, sin poder manifestarlo.

Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo; 01-10-2008