jueves, 28 de febrero de 2013

LA CRISIS Y LA DEUDA PÚBLICA ESPAÑOLA

LA CRISIS Y LA DEUDA PÚBLICA ESPAÑOLA La deuda pública española no es debida a un defecto derrochador de la sociedad trabajadora y productiva, como algunos quieren hacernos creer, sin embargo es a esa inocente ciudadanía a quien le están pasando injustamente esa factura, sometiéndola a una precariedad que la vida pareciera, más que una felicidad, un cruel destino. Nuestros mandatarios y todo tipo de poderosos, quienes además se enriquecen a nuestra costa, carecen de sentimientos al promover y decretar tales injusticias a sabiendas de su maldad. El 15 de julio de 1834 se publica en España un decreto de abolición de la Inquisición, después de tres siglos y medio de haber sido fundada por los llamados Reyes Católicos: Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. El resultado de la desmantelación de todo el aparato de aquella infausta cofradía con todo su variado patrimonio, fue racionalmente utilizado para solucionar el grave problema de la deuda pública española, y saldar los atrasos de sueldos de los funcionarios y otros pagos que hasta entonces no habían sido satisfechos. Se hizo justicia, en base a unas inmensas propiedades que lo único que habían hecho durante los siglos de existencia del Santo Oficio, no había sido más que desdichas y muertes, debidas muchas veces a dudas en algunos matices dogmáticos en el ámbito del catolicismo más fundamentalista y nada cristiano. En la actualidad, los mal conseguidos bienes eclesiásticos son en si mismos de una riqueza infinita, y sus exenciones fiscales, además de ser un agravio comparativo, escandaloso, y anacrónico, son también multimillonarias. Los gobiernos debieran, en mi opinión, tomar como modelo aquel decreto de 1834, y vista la situación económica y financiera actual, debida en gran parte a la enorme deuda pública, decretar sin demora una desamortización similar de todos esos bienes de manos muertas. Bienes por otro lado muy gravosos para la hacienda pública. Jamás pagan impuestos al no poder ser enajenados a perpetuo. La desamortización comenzada por Godoy, continuada por Mendizábal, terminando en 1924. Durante el franquismo, injustamente se repusieron a la iglesia sus privilegios. Creo que ya va siendo hora de devolver esos bienes al estado, o salir a subasta pública, vigilando siempre a las autoridades municipales. Se solucionaría esa deuda pública que nos devora, y aún quedaría remanente para muchas cosas de carácter social. La crisis que padecemos o bien desaparecería o se suavizaría profundamente. Que así demuestre el clero que es verdaderamente cristiano. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 28-02-2013

miércoles, 27 de febrero de 2013

LA CRISIS; DESOBEDIENCIA CIVIL

LA CRISIS: DESOBEDIENCIA CIVIL Al menos en mi opinión, si no ocurriese un estallido violento en la ciudadanía de este país y aún de otros, tengo la seguridad de que el sector mayoritario y más precarizado vivirá de espaldas a sus mandatarios de todo nivel administrativo y del color que estos fuesen. Negándose a pagar unos impuestos opresivos y repartidos, como se ha demostrado, tan injustamente. Una sociedad inocente y víctima de saqueos múltiples y diversos no puede vivir sin una esperanza de futuro a causa de los delitos financieros y sociales procurados por unos poderosos sin escrúpulos ni respeto por nadie. Tratan de que las sociedades retornen a tiempos pasados propios de la Alta Edad Media, donde todo, menos los cuatro de siempre, era oración y miseria cultural y económica. Esos poderosos, desde el clero católico triunfante, pasando por la aristocracia, base de las injustas monarquías, y los terratenientes, tenían sometida a una sociedad de siervos de la gleba y vasallos arrodillados. Un esclavismo solapado al que, y a los hechos me remito, quieren volver unos cuantos que no soportan que una reciente y abultada mayoría social de clase media avance, como hasta ahora, y se convierta en igualitaria, desapareciendo esas diferencias injustas que antaño nos distinguían. Quieren seguir marcando la injusta diferencia de clases, que en su soberbia tan felices les hace y tantos beneficios les reporta. Entre otras instituciones y cofradías del mal, el Club de Bilderberg manda mucho. Provocando a través de las injusticias que sufrimos y conspirando en la sombra, para desatar un conflicto bélico de proporciones gigantescas. Creo que es lo buscan, provocar conflictos callejeros de diferentes niveles de violencia mediante una miseria impuesta, para así conseguir una diabólica justificación bélica que todo lo arrase, se enriquezcan con la venta de armas y otras, y los pueblos de nuevo diezmados y en la miseria. No debemos permitir que esta maldad nos invada, y lo peor, que consiga instalarse y lo aceptemos como algo inevitable. De ser así sería el desastre social más profundo desde la caída del Imperio Romano. Todo se vino abajo y los credos mesiánicos triunfaron dentro de aquella miseria que no ofrecía ni futuro ni esperanza. Esa esperanza fue depositada únicamente en un dios triunfante entre la pobreza, y en la oración de rodillas. De aquellos lodos vienen estos irrespirables polvos qué como no se ponga remedio inmediato, volverán a ser lodazal angustioso. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 27-02-2013 Como esta momia del museo del Cairo nos hemos de quedar como no pongamos remedio a la situación actual

domingo, 17 de febrero de 2013

LA CRISIS Y LA CONSTITUCIÓN REPRESENTATIVA

LA CRISIS Y LA CONSTITUCIÓN REPRESENTATIVA Una constitución como la española, exagerada y estratégicamente representativa, casi sin posibilidad de participación ciudadana, acaba derivando hacia una corrupción estructural impune y antidemocrática. Es nuestra Carta Magna inflexible hacia la participación, con lo cual, cualquier forma de manifestación ciudadana, entre otras cosas, puede, si los poderes se empeñan, y en base a esa constitución, convertirla en algo ilegal y perturbador, de manera que las fuerzas y cuerpos de seguridad podrán arremeter con la violencia que en este país conocemos. Dicho esto, debiéramos exigir ya una reforma constitucional adecuada y alejarnos de ese autoritarismo de que está trufada. La casta política se ha encargado desde su configuración de estructurarla en esos términos, cubriéndose así las espaldas de mil y una maneras. Las leyes, en su estratégica lentitud, y acompañadas de la prescripción de delitos de guante blanco, cometidos por esos poderosos, están incursas en el corazón mismo de nuestra amañada Carta Magna. Un fraude a la sociedad de este país, introducido durante aquellos años del inicio de una pretendida democracia que pareció un fanal en la penumbra. Pero que poco a poco se fue convirtiendo en una débil luz que no alcanza más allá de treinta centímetros del objeto a iluminar. Y ese objeto era la sociedad española dentro de una democracia de tal manera nacida coja. Y aún actualmente mancillada de mil y una formas por esos representantes políticos y demás, quienes nos devoran las entrañas de la economía y mancillando todo tipo de derechos sociales y del trabajador, convirtiéndose en personas sin corazón y en cuerpos sin alma, dejándonos al borde de la inanición más penosa. Distanciándose además soberbiamente de sus proveedores de beneficios, que somos la inmensa mayoría. Y que en realidad somos el empresariado de esos trabajadores, por lo tanto a nuestro servicio. Ellos torticeramente, y desde sus cargos que a nosotros pertenecen, han invertido los papeles, invistiéndose de todo tipo de beneficios y privilegios. Resultando todo en el timo más despreciable. Dándole así a la crisis española una vertiente además de agravante, propia y vergonzante ante el concierto de las demás naciones. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 15-02-2013

LA CRISIS Y LAS BURBUJAS

LA CRISIS Y LAS VARIOPINTAS BURBUJAS La burbuja inmobiliaria no ha sido más que uno de los tantos divertículos secretados por la burbuja madre que es la inmensa burbuja política. La mamandurria instituida y diversificada. La democracia coja asentada en este país tras la mal llamada transición, y configurada por personajes de ambos géneros insertos en el franquismo más profundo y deplorable, y que fundamenta su continuismo, solapado dentro del nuevo sistema, al que indudablemente contaminan a sabiendas, con la finalidad perversa de seguir viviendo de las prebendas propias del autócrata fascismo franquista. Ahora todavía es peor. Si antes era una familia y sus acólitos de todo tipo quienes vivían del expolio nacional, a partir de esa nueva creación política, las familias serán muchas y el control se irá perdiendo en enfrentamientos partidistas, despellejándose únicamente por ocupar las poltronas principales del estado, así como en todos los niveles de la administración, pero sin intención alguna de mejorar la cuestión ciudadana. Alguno de esos partidos, concretamente el PSOE, trataba de hacernos creer, mediante melindres y otros gestos, dentro de un pacto social aparente que encandila a un sector ciudadano ingenuo, que por ansioso de cambios verdaderos y modernos no se da cuenta de la sutileza del engaño, que el cambio con ellos es verdadero. Todo, frustración y vileza. Y si hubo buena intención en un principio en eso se quedó. La codicia y el afán desmedido de poder bien pronto les apartó de aquello que prometían. La burbuja inmobiliaria estalla por la falta de decisión, o por pura estrategia de ocultamiento de otras más perversas como resultaron algo más tarde las bancarias, económicas y financieras. Todas ellas y otras más, producto, como ya dijimos de la peor y madre de todas: la política. Esta, actualmente empieza ya, más que su estallido, el hundimiento más vergonzante. La mamandurria infinita y multiforme en la que se ha desarrollado se resquebraja, y sin remedio, llevándose con ella a partidos políticos y a sus representantes de todo nivel. El país no está empobrecido. Ellos, unos pocos sin escrúpulos, se han llevado la riqueza generada por los muchos, que somos la gran mayoría y verdaderos trabajadores, de tal manera estafados. Esto no puede ni debe quedar sin castigo. Gentes que nada producen y todo se lo llevan. Es un mundo al revés. La vergüenza interior y el descrédito internacional. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 15-02-2013