domingo, 26 de abril de 2009

SADA DESAPARECIDA

SADA DESAPARECIDA
O EL ESPANTO DE LA CONSTRUCCIÓN

No soy tan torpe como para pensar que las cosas no sufran una evolución propia del avance y cambio de los tiempos y circunstancias. De manera indudable, todo ha de ir con los tiempos, ahora bien, solo aquellas personas capacitadas, ya sea por un natural talento, combinado con una formación académica y profesional adecuadas, y cuando esas personas se han metido en política y han adquirido cargos destinados para tomar decisiones y aplicarlas, en cuanto a la remodelación o innovación de normativas o leyes urbanísticas, deberán además esas personas estar adornadas con el ejercicio de la observación y sobre todo de la honestidad, y de una profunda vocación de servicio público, dejando sus propios intereses y los de sus amigos aparte. De no ser así, entonces esas gentes no podrán jamás llamarse políticos, más bien alcahuetes y rufianes, y esas villas, pueblos y ciudades, por la grandísima culpa de aquellos, se han de convertir en un amasijo de cemento y ladrillo informe, torpe y agresivo.
Edificios construidos según el capricho de a quienes interese. Diferentes alturas, fachadas sin calidad, hacinamiento, precios disparatados, vecinos, a causa de todo ello molestos, y lo que es peor, molestándose entre sí. Edificios encaballados unos sobre otros, sin orden ni concierto, vías, calles, carreteras de todo tipo, estrechas y peligrosas al no contar con la inmensa demografía creada por tales barbaridades, primando más la construcción salvaje y galopante que la racionalidad del estudio serio en manos de profesionales de probidad contrastada, y no en manos, como es el caso, de mindunguis venales y mediocres aprovechados, para proveer de comodidad, esas calles y avenidas, tanto para vehículos como para peatones. Mi pequeña ciudad de Sada, que a mi aún me sigue gustando llamarle villa, podría ser el referente, al menos en la comarca, de todo lo que digo. ¡Han hecho de ella una auténtica perdición, al arruinar su natural belleza y proporciones!
Sada genuina ya no existe. Su natural encanto y belleza paisajística quedaron destruidos hace ya tiempo. La construcción más desafortunada y cutre que enriqueció a sus torpes e interesados gestores y algunos amigotes, destruyó por completo el encanto de un enclave dotado de una belleza natural incomparable. Se olvidaron del intelectual, brillante e inteligente eclecticismo, creo que por desgracia ni saben lo que es. ¡En manos de quienes estamos! Las ciudades, el litoral y aún el campo, pueden crecer de manera armoniosa y feliz, creando con ello progreso, rentabilidad económica sensata, modernidad, belleza, y una cómoda vecindad, y no enfrentamientos debidos a ese tipo de construcción disparatada, que solo ha redundado en engrosar las bolsas de políticos de pacotilla, indignos testaferros, familiares y amiguitos de intereses. Muchos de ellos, hoy, y debido a su ramplona codicia están en la ruina, y algunos huidos por miedo a los acreedores y clientes defraudados, arruinados aquellos por la crisis que entre todos ellos y sus taimados cómplices los banqueros han desencadenado a nivel planetario. Solo una ciudadanía aldeana, sumisa, anodina, inculta y banal puede aplaudir tales despropósitos, y aún votar en los comicios de todo nivel a los responsables. Acabarán provocando, con tal comportamiento, una revolución social, sino algo peor.


Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo; 26-04-2009