martes, 30 de abril de 2013

LOS DELITOS DE ESTAFA DE LOS DE ARRIBA EN ESTE PAÍS SUELEN PRESCRIBIR

LA CRISIS Y LAS PRESCRIPCIONES LEGALES, QUE NO LEGÍTIMAS ¡Qué tomadura de pelo y desvergüenza! Es propio de gobiernos cara dura e interesados, aquello de que prescriban ciertos delitos, entre ellos los de corrupción variada dentro de los delitos fiscales y otros, cuando se producen entre las gentes de arriba, y quienes levantan auténticas fortunas en base a los dineros públicos. ¿Cómo puede haber leyes que permitan tales desvergüenzas? Leyes had hoc para ladrones, pero nunca legítimas. Está bien claro, esos gobiernos de todo color así lo consienten para cobijarse dentro de ese paraguas que cubre ese tipo de estafas. Resulta aún más indignante que se publiquen esos delitos toda vez que han prescrito, pero seguramente siendo conocidos desde sus orígenes. Resulta así una doble burla y un sarcasmo. El triunfo del delincuente y la consabida burla a la indignada e impotente ciudadanía, a quienes jamás les prescriben los impagos de las hipotecas o créditos. Juegan a su antojo con el dinero público, atrapado mediante impuestos, muchas veces injustificados, para llenarse sus bolsas. Resulta de un descaro e impudicia infinitos. Esta infeliz sociedad española no acaba de pronunciarse de la manera adecuada contra tanto saqueador que acaba expoliando desde el poder unas arcas públicas convertidas en el tesoro de Alí Baba, y en su tenebrosa cueva a todas las instituciones del país. Cinco años y la artera lentitud judicial son suficientes para ese tipo de prescripciones, tienen así la puerta abierta del tesoro público para hacer con él aquello que más les convenga. Esto no se admite en ningún país de nuestro entorno. La tradicional picaresca española ha subido, desde la morralla callejera ancestral, hasta los tronos y todo tipo de cargo público, empresarial, y financiero. Se demuestra que la mayoría de nuestros mandatarios se las han ingeniado para ascender, desde lo más bajo, taimado y ruin, hasta los excelsos puestos de gobierno en donde la honradez y bonhomía se exigen por principio y obligación. Monipodio coronado y en el centro del poder, impartiendo doctrina en el robo de guante blanco, y repartiendo los beneficios en negro, en B, y en morado clerical. ¡Qué país! Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 29-04-2013

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