viernes, 25 de abril de 2014

LOS CONSEJOS DE MIS MAESTROS DE TALLER

MIS MAESTROS Y SUS CONSEJOS Coincidieron todos ellos en algo: -jamás nadie te preguntará el tiempo empleado en una obra, solo alabarán el resultado- Si como has dicho tus deseos irrefrenables son aquellos de vivir de la pintura, entonces, me dijo el primero, abstente de frecuentar círculos y amigos demasiado humanos. Busca, me dijo, ambientes y gentes que vibren en la contemplación del arte, y la busquen como alimento necesario e insustituible para nutrir sus exquisitas sensibilidades y sus elevados espíritus. El ambiente de la ignorancia solo te hará sufrir. Ese tipo de gentes nunca han de ser tus compañeras, solo te harán sufrir a través de la crueldad y el torpe desprecio del que sus naturalezas les proveen. Y no te engañes creyendo que aquel que adquiera obra tuya, cuando ya destaques, no perteneciendo a las almas sensibles, lo haga por natural comprensión, sino más bien por inversión y negocio. Pero estos son útiles y de alguna amanera, aunque carezcan de la sensibilidad en grado sumo, tienen aquella que les ha dado su propio aprendizaje y experiencias de que el arte es bueno. Entre aquellas gentes ignorantes y duras estarán todo tipo de delincuentes: de los de guante blanco, de la siempre aprovechada clase política, y aún de todo tipo de malhechores. No hay sensibilidad, y por ello sus duros corazones les han de permitir cometer toda clase de tropelías sin sentir el más mínimo remordimiento. Únicamente si los descubren sentirán la rabia de haber sido pillados, pero jamás el arrepentimiento, aunque lo parezca, debido a sus falsas lágrimas y embusteros gemidos, deben engañarte. Por eso te digo que te apartes y busques a tu gente allí donde la misericordia y la verdadera felicidad están presentes, al ser personas en las que el espíritu resulta la parte fundamental de esos seres. El arte es el alimento único, y por ello profundamente necesario para los espíritus más elevados y tocados por la gracia divina, o bien por los más elaborados trabajos de la inconstante y a veces caprichosa madre naturaleza. Nunca te entregues en manos de galeristas y todo tipo de especuladores camuflados, ya que lo único que pretenden es el mercadeo fraudulento de las obras de aquellos que por mediocridad y falta de talento consienten en tales alianzas, encumbrando la mayoría de aquellos especuladores a gentes sin mérito, pero que les han de resultar beneficiosos aunque todo sea basado en el timo más descarado y espantoso. Confunden de esta manera, tanto a instituciones, trufadas de mediocres cargos públicos responsables de tales cosas, como a coleccionistas privados a quienes estafan sin consideración alguna. Mantente siempre dentro de tu ambiente si quieres alcanzar la gloria de la compensación a tus esfuerzos y méritos, hijos de esa chispa divina que de manera tan avara la naturaleza distribuye entre sus elegidos. Pero tampoco cuando descubras estas cosas debes hacer ostentación de ellas, ya que en realidad, tampoco son mérito tuyo, sino de quien libremente te las otorgado. Desarróllalas con esfuerzo y abnegación, y disfrútalas haciendo buen uso de tales calidades, de manera que vayan esas tus obras encaminadas al servicio de toda la sociedad, al tiempo que han de permitirte una economía suficiente para vivir con el desahogo y confort que tus necesidades, que serán más que las comunes, exijan. Y te lo recuerdo: la ignorancia de las gentes te hará sufrir. Y no hablo de la ignorancia académica, de esas personas que no han tenido la oportunidad de formarse dentro de unos estudios adecuados, ya que la sensibilidad es repartida en medio de todos los niveles sociales, y es más válida aquella persona que sin estudios posee esa cualidad que aquella que poseyendo títulos académicos varios, debido a las posibilidades de sus mayores que tales cosas le han permitido, ya que la fuerza de la naturaleza predomina y prevalecerá siempre sobre lo externamente aprendido, además convierte en soberbio y prepotente al multiforme doctor licenciado en titulitis quien únicamente servirá para repetir allí donde vaya y enseñe, solo lo que pueda haber aprendido. Aquel que por falta de posibilidades no haya podido instruirse, si está tocado por la luz de la sensibilidad ha de irla perfilando por necesidad incuestionable de esa naturaleza, y aún sin títulos ni oportunidades llegará a ser aquello que su naturaleza le obliga. Por ello quiero dejarte bien claro de que tipo de ignorancia debes huir. De la verdadera. Aunque esté camuflada entre los hombres y mujeres poseedores de mayor número de títulos, ya que muchos de ellos si de tales cosas han querido adornarse, y aunque no se diesen cuenta, fue solamente por ese deseo de ser más que nadie, y que siempre distingue al mediocre y al acomplejado morboso. No es fácil escudriñar entre todas estas cosas ya que suelen presentarse de manera intrincada y engañosa, pero tu incipiente talento, tras su desarrollo será el arma adecuada para descubrir tales misterios. El arte, decía mi primer maestro, de pocos títulos necesita, un buen aprendizaje en el taller; el oficio, y luego la chispa del genio que posees obrará. Aunque también me conminaba a que me adornase de una cultura y conocimientos suficientes en todos los ámbitos, ya que ello decía, redundará en una mayor exigencia y cumplimiento de objetivos artísticos más ambiciosos y de interés superior. Cifraba en los viajes abundantes y prolongados a diferentes países y culturas como uno de los principales motores del aprendizaje siempre acompañados de esa formación académica necesaria. Decía también que demasiada academia resultaba casi siempre funesta y castrante para el verdadero artista. Quien decía, que llevaba dentro las potencias suficientes para ponerse en marcha con rigor y brillantez al acompañarse de una buena formación sin exageraciones. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 27-12-2011

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