viernes, 9 de julio de 2010

FRANCO EL GOLPISTA Y EL 18 DE JULIO DE 1870

18 DE JULIO DE 1870 Y 18 DE JULIO DE 1936

Recordando la fecha del golpe franquista del 18 de julio de 1936, no se nos escapa la intencionalidad, y precisa elección de la misma. Si fue el 18 de julio del año de 1870, durante el Concilio Vaticano I, cuando se proclama la infalibilidad del Papa, como dogma divinamente revelado; Por lo tanto incuestionable, al menos en materia cristiana, siendo por ello, infalible cuando habla ex cathedra. También el golpe militar de Franco, con resultados tan abominables y sangrientos, estaba amparado por la iglesia, quien habría de determinar fecha tan significativa.
Si para el líder de los cristianos más fanáticos y fundamentalistas; los católicos, esa fue la fecha elegida por revelación extrasensorial, como la idónea para su pronunciamiento de infalibilidad, así mismo, la iglesia que habría de proteger al golpista Francisco Franco Bahamonde, otorgándole también, debido a la elección tan buscada de la fecha, la infalibilidad y justificación como una santa cruzada, del sangriento golpe contra la Segunda República Española, y por ende, a toda la sociedad de un país que desde hacía cinco años, se había dotado de tal sistema político, en un alarde de modernidad y progresismo.
El golpe de estado a Franco le salió torcido como era él, por prolongado y sangriento. Pero la Iglesia Vaticana, y el ya pujante nazismo hitleriano, aliado con los fascistas italianos con Mussolini a la cabeza, consiguieron, con su ayuda, bien gravosa para la España que salió destrozada y miserable de aquella guerra civil, que el criminal acto de lesa humanidad, tuviese un cierto éxito, al menos por su prolongación en el tiempo. Cuarenta años de sufrimiento miserable e innecesario, obligado por unos oligarcas criminales e interesados, quienes dieron su apoyo al criminal golpe y al abominable golpista, unos meapilas sin corazón y sin alma. Sufrimiento cargado de hambres de todo tipo, y para humillarnos aún más, con la obligación de arrodillarnos, al menos una vez por semana, ante los iconos católicos en las aburridas e inanes misas dominicales. Las mujeres y niñas con sus velos pudorosos, lo mismo que las musulmanas más sometidas; aquellas a los curas, y estas a sus hombres. ¡Que horror, que historia más vergonzosa y humillante!, y lo que es peor: ¡tan cercana! Todavía, flecos importantes y peligrosos, de todo aquello, se levantan hoy en día, refugiados en un partido político, esgrimiendo como patriotas únicos la proclamación de aquella infausta fecha, y mostrándose, a veces solapadamente, defensores de aquella bandería tan despreciable y sin honor, a la búsqueda del regreso de un Franco resucitado o encarnado, sacrificando, de mil maneras y astutamente, como víctima propiciatoria, a ciudadanos honestos, valientes y de probidad probada; El juez Garzón, tristemente, es una de esas víctimas, ofrecidas en holocausto, a la memoria del criminal dictador, y servida por los sacerdotes ocultos y camuflados de su infausta y negra cofradía, todavía viva y activa. La tan cacareada transición española es culpable de todas estas cosas, ya que jamás fue transición; Imposición descarada de las fuerzas franquistas tan poderosas a la muerte del dictador. Un amaño constitucional, del que obtenemos estos despreciables resultados, ya que el cáncer no ha sido sajado en su momento, exigiendo las sanas y necesarias responsabilidades.

Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo; 09-07-2010

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