domingo, 25 de julio de 2010

LA MONARQUÍA Y EL CLERO

AÑO SANTO JACOBEO O LA SANTIFICACIÓN DE LO INANE



Los reyes, tras la misa solemne, saliendo de la catedral de Santiago de Compostela, en el día grande de Galicia en este año de 2010. Es patético ver como la gente apiñada trata de tocar al monarca como si estuviese investido de alguna propiedad divina que cure los males y procurase, al suplicante, la obtención de alguna prebenda.

¡Qué vergüenza! Un pueblo totalmente aldeano que todavía, por lo que se ve, no ha salido de la Edad Media, rindiendo vasallaje a un monarca como en tiempos remotos y que conviene no olvidar, para jamás repetirlos. Vasallos sin número es lo que suele verse cuando unos anacrónicos monarcas salen a la calle, o a la ventana de las apariciones, con la finalidad de presentarse ante los súbditos que les adoran; sin saber que aquellos no son más que sus saqueadores con una función de gobierno aparente, por lo tanto inane, aunque procuradora de infinitos beneficios que aseguran la fortuna de unos desaprensivos coronados, que ni ellos mismos, ante tanta estupidez, salen de su asombro, (se lo noto al rey en el rostro, lo mismo que a su mujer).

Tanta adulación y peloteo, tanto en una sustanciosa parte del pueblo, como de innúmeros políticos, resulta una agresión a las mentes e inteligencias mejor amuebladas. Un montón de parásitos, entre clero y monarcas, que semejaban un circo de oropel, perteneciente a un pasado desgraciado y abominable.

Reyes y clero; los sempiternos verdugos de los pueblos, de nuevo aclamados por las víctimas, ¡y en los tiempos que corren! ¡Vivir para ver esto!, es realmente triste. No resulta serio. Las democracias, y las repúblicas más adelantadas y asentadas, asisten estupefactas a la estupidez de un sector muy amplio de la sociedad española, que embobada cree ver en esos simulacros de gobernantes casi a su dios y a su salvación. ¡Qué pena! Llegar hasta aquí, después de todo lo pasado en este infeliz país, y tener que sufrir este tipo de bofetadas. Y ya bromeando tristemente, un club de jacobinos, viendo lo que se ve, era lo que este país necesitaría para poner fin a despropósitos, que resultan además, muy gravosos para las arcas públicas, es decir, para todos nosotros.

Eduardo Fernández Rivas
Lugar de Fiunchedo; 25-07-2010

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