miércoles, 28 de agosto de 2013

FANATISMOS POLÍTICOS Y SUS CONSECUENCIAS

LOS FANATISMOS POLÍTICOS Y SUS CONSECUENCIAS Todas las personas tienen derecho a tener ideología política y creencias religiosas. Pero cuando esto se convierte en fanatismo, entonces dejando de ser personas independientes y con sustancia propia se convierten en zombis a la voz de un amo que les seduce. Si además existen causas propias de envidias y otras sinrazones, entonces ese tipo de personas dejando de serlo, lo único que harán con sus dardos ya torcidos y envenenados por el fanatismo que no les ha de permitir discernimiento alguno, es daño injustificado a personas de mayor solidez y peso intelectual, quienes obran en libertad y conveniencia social con esfuerzo y lucha prolongada y en solitario, para la mejora del entorno. Los fanatismos, del tipo que sean, son buscados y potenciados sibilinamente por muchos líderes abstrusos y carismáticos de medio pelo, ayudados por una corte interesada, con el único fin de dar rienda suelta a sus oscuras intenciones, siempre encaminadas a satisfacer su ego desmedido y el enriquecimiento propio y de los suyos. Por nuestros andurriales ese tipo de líderes aldeanos y tribales es muy abundante, pero sobre todo se da entre aquellas agrupaciones políticas sin ideología clara, pero que pretenden abanderar un patriotismo de cascarilla. Ponen el servilismo disfrazado de amor patrio y de baja calidad por encima de lo verdadero, sobre todo cuando este nace espontáneamente de personas con méritos propios notables, así como de su obra ampliamente reconocida y esforzadamente trabajada. La rabia y el odio, por esos fanáticos acumulado, si ese tipo de personas válidas e independientes no consienten en someterse a sus dictados y favorecer a su agrupación, suelen derivar en calumnia e infamias de todo tipo, convirtiéndose entonces su discurso, repartido entre todos ellos, en soflamas y libelos infamatorios. Se instrumenta desde el centro de tales agrupaciones la consigna de horadar públicamente a las personas con verdaderos y demostrados valores, lo que ninguno de ellos jamás han tenido. De esta manera, los mediocres y débiles se unen para hacer fuerza por el número contra aquellas pocas personas demostradamente válidas. Como la verdad siempre acaba imponiéndose serán, con el tiempo, el hazmerreir de todos sufriendo la condena social. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 28-08-2013

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