miércoles, 28 de agosto de 2013
EL CASTILLO DE IRÁS Y NO LO VERÁS
EL CASTILLO DE IRÁS Y NO LO VERÁS
Dicen que fue un castillo medieval y de coraje
De múltiples torreones.
Torre del homenaje,
Profundo foso, y rastrillo.
Sobre mares agitados
y difíciles peñascos,
Donde Brunilda la vikinga
Vaciaba la vejiga.
Reinó con un buen par de cojones
A golpes y empujones
Y degustando esturiones
Y caviar en melones.
Después de haberlo conquistado
Y a su guarnición quemado,
Implantó su par de tetas
Sobre una población de ascetas.
Marineros y campesinos
Humillados por aquellos asesinos,
Y nutriéndose de compota
Sufrieron el mal ilota.
Pero Brunilda la idiota
Perdió el castillo por tonta.
Pasando de nuevo a manos
De los valientes nativos,
Grandes, medianos, y enanos,
Que supieron con orgullo
Reconquistar lo que era suyo.
Pero el castillo quebró
Con tanta y tanta batalla.
Vinieron abajo sus torres
Sus muros y sus adarves
Con todas sus baterías,
Caminos, murallas y almenas.
Y hoy tras tantos años,
Del castillo ni jota.
¡Ni para muro de pelota!
Solo cuatro piedras quedan,
que dispuestas en hilera
y encima una de otra
no son más que una quimera.
Un hermano de Caín
Como un nuevo Alonso Quijano
Abogado de causas perdidas,
Y con algunas heridas,
Llegado de lejanas tierras
Del interior del estado
Viene a salvar el castillo.
Viene con grandes ínfulas
reclamando su existencia,
y sin perder la paciencia
hace ver a sus vasallos,
sobre todo al más ruin,
gentes tercas como mulas,
callados y arrodillados
aquello que ni se ve ni existe,
solo un mero despiste.
Pero en su locura el doblado
va diciendo el desgraciado:
¡el castillo, el castillo!
Que es ese mi bien más preciado.
¡Desde él he de reinar
Aunque me lo quieran quitar!
He de lograr como sea
El inocular a mis gentes
Que vean lo que no hay
Y que sientan lo que no es.
Es mi bandera el castillo
Para volver gobernar
Y de fachenda llenar
Mi ego con ese cantar.
Y a poco tardar…
¡por ello lo he de lograr!
¡Lo juro por mi mancillado honor!
Que de he de ser gobernador
Con cañón atronador,
De nuevo de ese cabildo
Y quitárselo al anti nido.
Pues ese me ha ofendido
Y no le perdono el motivo
Que fue quitármelo en vivo
Con componendas y amaños
Y la firma de criados.
Estoy rabiando de furia,
Y llorando y compungido,
Soñoliento y escondido
Al verme desposeído
Del mando ¡porque era mío!
Hasta que de nuevo el castillo
Aunque sea con gatillo
Regrese a mis disimuladas garras
Poniendo los brazos en jarras,
como dulce pajarillo
y cantaré de rosmillo
como sochantre armadillo,
retorcido en canastillo,
pero ¡más pesado que un grillo!
Cri, cri cri, a ver si hago el hatillo
Y así, camuflado en el mar
Con tinta de calamar.
La verdad es que ese castillo
era una atalaya modesta
De disparo con ballesta
Que se quiebra por la cuesta,
Y ni siquiera molesta.
Sin almenas ni caballos
Ni caballeros con celada,
Ni armaduras, ni nada.
Pero hay que engordar la cosa
Para que no quede sosa,
Y sacar yo buen partido
Del engaño renegrido.
Un espejismo infame,
Un disparate de madre.
Cobarde lo soy, falso también,
¡Y miserable mucho!
Pero es mío ese castillo;
¡Aaaahhhhh!
¡Y de nadie más que mío!
Eduardo Fernández Rivas
Lugar de Fiunchedo; 28-08-2013
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