lunes, 28 de junio de 2010

LA CRISIS: ATILA CABALGA DE NUEVO

LA CRISIS: ATILA CABALGA DE NUEVO

Un nuevo Atila, el nuevo azote de Dios, a las puertas de Roma. Después de arrasar Grecia, irrumpe como un terremoto huracanado sobre la orgullosa Europa. La papisa Merkel, con toda la curia europea sobresaltada, y aún entre algunos enfrentada, se muestra incapaz de repeler al bárbaro, que esta vez procede de allende los ultra mares. Como todo estado nuevo pretende desde hace décadas la conquista del mundo bajo su férula. Si bien con guerras violentas al principio, perdidas ya unas cuantas, y desesperados, por ello, sus líderes, tratan de enturbiarlo todo de manera financiera, haciéndose primero, aquel estado, el generoso, soltando préstamos e hipotecas a raudales, para luego descargar el golpe, y tratar de recuperar lo arteramente prestado a las ingenuas víctimas.
Por otro lado, y para nuestra querida piel de toro, ya cutre y roñosa, se nos vino encima el castigo a la soberbia del patán con ínfulas de nuevo rico. Presumieron los adalides de gobiernos de todo color, de ser los artífices de la gloria de la patria en inversión pública y las grandes infraestructuras. Alguno de ellos, ególatra, incluso puso su nombre, valiéndose de su cargo político, a plazas, avenidas y paseos. Cuando la verdad es que la mayoría de todos esos gastos se debían a las políticas económicas de convergencia procedentes de la Unión Europea. Corrieron todos aquellos dineros, y en la patria se hicieron fastos, y creyéndonos ya ricos de propio, todo el mundo a solicitar préstamos, hipotecas, y créditos sin medida, y sin mirar si los patrimonios, físicos, creativos o intelectuales, eran suficientes para avalar tales dispendios.
El nuevo Atila, en la noche de ayer, en Toronto, en el grupo de los lambones, llamado eufemísticamente G-20, ya dijo que cada mochuelo a su olivo. Que cada uno se busque su arreglo y la solución a sus problemas. La burbuja enclenque de la globalización pinchada. A quienes la promovieron y publicitaron hasta la saciedad ya no les interesa. Primero, nos despojaron y contaminaron aquellas entidades financieras de ultramar, y ahora nos abandonan. Estrategia muy reflexionada y mejor camuflada. Nunca se debe fiar uno del contrincante,que astutamente se quiere hacer pasar por hermano, y menos aún si este es más joven, ya que siendo así, faltarán siempre escrúpulos, y por ello, la conciencia será muy laxa, y el empuje más efectivo. Todo se ha de cifrar en el triunfo, y conseguido de la manera que sea.
Nosotros no poseemos, por lo que se ve, como los romanos, un general Aecio, quien habría de combatir por nosotros, y darnos la victoria, en unos ilusorios Campos Cataláunicos como en Châlons-en-Champagne.
Ni tampoco nos defenderá del invasor, un bravo y seductor León Magno. Aunque hay quien dice que este papa, parece que pagó con oro a raudales al mongol.
Lo mismo que a finales del siglo V, toda Europa se desmorona y fragmenta, a la caída del Imperio Romano de Occidente, y su capital Ravena es desmantelada, así parecen presentársenos los tiempos actuales por mor de la creada crisis. Y aún, que es lo más triste, conociendo a sus fauctores, no les vemos ni juzgados ni castigados. Todo lo contrario, viven de lo lindo, y riéndose de todo y de todos. Y aún más de los de aquí. Pronto los atilanos de allende los mares se han de recuperar. Nosotros, ingenuos, hemos perdido la guerra, por estúpidos y engreídos, no tanto la sociedad, sino más bien sus incapaces gobernantes, faltos de todo talento y previsión.
Atila, para asegurar su silencio, morirá envenenado por la mordedura de la oculta serpiente bancaria y financiera. Sus propios lo eliminarán. Pero el triunfo está conseguido, y les durará muchos años. De nuevo el ex colonizado territorio Sioux, envidioso, resentido y chinche, para nuestra vergüenza y oprobio, será otra vez, el más grande, cabalgando sobre su caballo, sin permitir como antaño el crecer de la hierba por donde pisara. Europa de nuevo, si no hace lo conveniente y necesario, entre otras cosas, la independencia absoluta de los bárbaros, se verá introducida en un período similar al que fue la larguísima y oscura Edad Media. En la miseria, y corriendo suplicantes y arrodillados hacia el aprisco inane de las iglesias. No quisiera verlo, pero ya al mirar de soslayo le veo acercarse peligrosamente.

Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo; 28-06-2010

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