lunes, 14 de junio de 2010

INVERTIR EN ARTE

INVERTIR EN ARTE


Una vez desaparecida, casi en su totalidad, la posibilidad de invertir en propiedades inmobiliarias y sus derivados, debido a la infinita exageración de oferta y precio durante estos últimos años, la inmensa mayoría de la gente con posibilidades económicas, todavía, por lo que se ve, aún no se ha dado cuenta, que uno de los valores más seguros, aunque sea a largo y medio plazo, es la inversión en arte.

En nuestra querida España, la verdad es que no existe la tradición bien sana y beneficiosa para todos, de invertir en arte. El mecenazgo institucional es tan débil y paupérrimo, que resulta casi inexistente y ridículo. El de vertiente privada, únicamente se extiende a unos pocos individuos amantes del arte o inversores inteligentes y con gusto. Y la inversión empresarial en este ámbito resulta asimismo tan escasa, que en comparación con los paises de nuestro entorno geográfico, político y social, es poco menos que irrisorio.

Por todo lo que queda dicho, yo opino, que este es un buen momento para que aquellas personas particulares y empresas, que dispongan de unos beneficios, que les permitan derivar en parte, hacia la inversión, pensasen en que esta del mundo del arte, siempre resultará, además de otras muchas cosas, infinitamente más gratificante para esos inversores que ninguna otra.

Que apuesten por el siempre en este país desconsiderado ámbito artístico y sus artífices, paradójicamente, gloria que lo fueron, y desde siempre, debido a la extraordinaria calidad de sus obras, claro ejemplo y paradigma del universo de las artes en el ámbito mundial.

Hoy, y como es costumbre, los artistas en este país, nos sentimos abandonados por aquellos que podrían contribuir al alivio de la particular crisis que este colectivo padece. Los inversores, además de dar así, apoyo a los artistas, verían con alegría y satisfacción desconocida, sus nuevas adquisiciones que contribuirían, además, a elevar de rango a esos potenciales inversores, apartándoles de la cutrez de los habituales.

Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo; 14-06-2010

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