domingo, 17 de octubre de 2010

PARADIGMA DEL ESPANTO URBANÍSTICO











PARADIGMA DEL ESPANTO URBANÍSTICO



Increíblemente espantoso y agresivo contra todos y contra todo es el edificio recientemente construido en el Camino de Fiunchedo, en Sada, que va de la iglesia “vieja” hasta el cementerio, entre la casa de Gervasio Carballo y la de Manolo Losada. El espanto, desde donde quiera que se mire, canta la corrupción, tragaderas, y el desatino más desvergonzado que nadie pudiese pensar. Además del horror que supone esa construcción para el así humillado y agredido entorno, cuyo inconmensurable valor paisajístico ha sido, de esa manera, herido de muerte, está también la fealdad del edificio que más que proyectado por un arquitecto, pareciese haberlo sido por un descerebrado amigo a quien no haya sido necesario el remunerar el proyecto de ese molesto y espantoso edificio.

Por donde y desde donde quiera que se mire, no tiene ese deforme bloque el mínimo respeto ni a la estética ni a la ubicación. Resulta desde todo punto la cosa más desastrada y amorfa en materia arquitectónica que pensarse pueda. Debieran detener a todos los que hayan participado en tal despropósito, por la agresión que supone, tanto para el buen gusto, como para las espantadas miradas que le contemplan.

El pasar a su lado, por el Camino de Fiunchedo, da la impresión de ser un edificio siniestro y sombrío, únicamente destinado al refugio de criaturas extrañas y huidizas. Si se contempla desde Sada, entonces el aspecto resulta todavía más inquietante y macabro, saliendo fuera de escala por encima de todo el entorno. La agresión medioambiental y paisajística resulta de impacto.

Por otro lado el arcilloso asentamiento en pronunciado talud, resulta inseguro y por ello peligroso. En cualquier momento de lluvias prolongadas, pudiera venirse abajo y desplomarse sobre los edificios construidos en su base, arrastrando lo que hubiese en la parte de arriba del camino. La catástrofe sería inmensa e irreparable. Los que somos de aquí conocemos muy bien la debilidad de estos terrenos no aptos para tales monstruosidades. De todas maneras, las grietas en el edificio, dentro y fuera, no han de tardar mucho en hacerse notar. De ahí las prisas en tratar de vender. Sería una inversión bien desgraciada, y una burla al torpe e incauto comprador.

Eduardo Fernández Rivas
Lugar de Fiunchedo; 14-10-2010

No hay comentarios: