martes, 12 de octubre de 2010

CENA HOMENAJE A RIVAS

CENA HOMENAJE A RIVAS
“EL SABOR EXTREMEÑO”; SADA 24-09-2010

La cena resultó entrañable, entretenida y a veces, al menos por mi parte, contenidamente emocionada. Ese mismo día por la mañana se había muerto uno de mis grandes amigos. No le perdonaré que haya elegido ese mismo día para su postrero viaje. Lito, como siempre dando la nota.
Durante los postres y el brindis, Roberto Luis Moskovich, uno de los organizadores, creo que el principal, durante su corto pero sustancioso discurso, hizo en varios momentos alusiones manifiestas al alcalde de Sada, Abel Soto, tratando de llamar su atención hacia la persona homenajeada, que era yo, inocente y sorprendido ante esas palabras de Roberto, pero sin éxito alguno. Si bien las otras mesas ocupadas por comensales, la mayoría desconocidos, prestaron una respetuosa atención a lo que estaba sucediendo, Abel y sus acompañantes de mesa, de la manera más desconsiderada y zafia, en un acto de la mala educación más vergonzante, continuaba en su nerviosa farfullería, hablando con sus acompañantes de mesa, en un intento desesperado por ignorar deliberadamente las llamadas de atención de Moskovich. Resultó decepcionante, cuando además había sido pura casualidad esa circunstancia; el que allí nos encontrásemos. Tuvo la ocasión de mostrarse, políticamente más hábil, y humanamente más respetuoso. No supo ni estar a la altura de lo uno ni de lo otro. Resultó algo así como un patán de lo más aldeano y otras cosas que aquí no quiero decir.
Los asistentes a la cena se quedaron perplejos cuando rematado el discurso de Moskovich y el mío, brevísimo, toda la asistencia del restaurante, que habían detenido su acto de comer, rompió en aplausos menos ellos.
Yo se muy bien que tipo de calificativo debo poner a tal insulto, ya que se descalificó a si mismo con esa conducta, pero dejo a los lectores que ellos y ellas pongan el adecuado calificativo a tal comportamiento.
Solo al salir, más bien huir o fugarse, era evidente que no se encontraba a gusto, tuvo la forzada situación de pronunciar un adiós sobreactuado y ya sin valor alguno, al verse obligado a pasar por delante de nuestra mesa.
El pavo de ciertas personas que alcanzan, debido a circunstancias resultantes de una perseverancia enconada, un cierto poder que le otorga un cargo desesperadamente codiciado, y lo que resulta más triste, basado en el desprestigio social y político del contrario, más que en méritos propios, suelen mostrar este tipo de reacciones cuando no son ellos los aplaudidos. Vamos, la mediocridad más triste y lo que es aún peor, evidenciada.
Siento mucho el tener que escribir estas cosas, pero la ciudadanía, al menos la de Sada, debe saberlo.

Es triste el ver que a una persona como yo (y a cualquiera en general), de un cierto relieve social y nivel artístico incuestionable, y aún intelectual, y de una trayectoria de casi cincuenta años que cumpliré el próximo en mi maridaje con la pintura; una gloria para cualquier pueblo, ciudad o país, se le hagan este tipo de desprecios y aún otros que algún día contaré, de manera además injustificada, torpe, y cobarde. Solo un don nadie con ínfulas y fachenda se atreve a tales cosas. ¡Qué advenedizos metidos a políticos gestionan nuestras vidas! ¡Desesperante y frustrante! Lo peor, es que de momento al menos, las alternativas en nuestra querida Sada son todavía peores que esto que tenemos.

Eduardo Fernández Rivas
Lugar de Fiunchedo; 03-10-2010

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