miércoles, 10 de agosto de 2016

Rajoy y Rivera en el Trianón del Congreso

Reunión en el petit Trianon de Madrid. Un chascarrillo de fuste
La noche pasada en “A Taberna do Croio” tuvimos noticia de que esta mañana del día 10 de agosto de 2016 tendría lugar una importante reunión entre la Marquesa de Pompadour y la reinona Dª Marie Antoinette Josefa Juana, mientras el indolente rey Luis XVI, nieto de Luis XV arreglaba cerraduras, relojes de péndulo, y otros menesteres por los que se siente tan atraído. Todo ello en un juego acontemporáneo y desincronizado que nosotros hacemos coincidir para jolgorio y diversión de lectores y curiosos.
Las dos damas, por otro lado enemigas declaradas, concurren en tal reunión para tratar de solucionar los problemas políticos y sociales que asolan al ibérico país. Trasladadas de Versalles a Madrid en carruaje enjaezado para tal programa, pretenden entre bucles dorados de ostentosas pelucas y faldas de amplios brocados, dar solución a cosas propias del arreglo de la corrupción galopante siendo en tales casos, alguna de ellas juez y parte. Pero no importa, a buen seguro que de sus rococós cerebros saldrá la solución para el arreglo definitivo del lupanar patrio, cosa por otro lado en la que tan linajudas damas, aunque una de ellas venga de donde le cuadre, son perfeccionistas profesionales. Esperemos para saber de los resultados de tales conversaciones cenobiales discurridas entre tisanas de menta poleo, te, y chocolate suizo, servido todo, así como los pasteles y tartas varias  en delicada cerámica de Sévres. De todas maneras no creo que la cosa vaya más allá de lo que supuso la complicada partición del Imperio Otomano tras el Tratado de Sévres de 1920. Esta reunión entre Mariano Rajoy y Albert Rivera no ha de ser más que un entretenimiento social  propio de holgazanes sin cerebro serio, insertos en cabezas destinadas para pelucas dieciochescas y peinetas de corales. La ambición desmedida de ambos solo les ha de conducir a un totum revolutum dilatador sin conclusiones acertadas. De la madame de Pompadour y la Antoinette poco interesante se puede esperar. La primera gobernando por detrás, la segunda entretenida en veleidades pastoriles, y el rey, un tontorrón con mientes de cerrajero y amores plebeyos.
Eduardo Fernández Rivas
Lugar de Fiunchedo-Sada; 10-08-2016



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