jueves, 17 de julio de 2014

LA DESPROTEGIDA ESPECIE HUMANA

LA INCOHERENTE ESPECIE HUMANA De todas las especies animales, sin duda la humana es la menos favorecida por la contundencia natural. Desprotegida y abandonada de aquellas fuerzas y el entendimiento necesarios encaminados al logro del desarrollo y conclusión gloriosa como estirpe. Bandeando siempre entre sus incoherencias profundas, complejos, traiciones y envidias, no está dotada esta especie ni de la clarividencia ni de la intuición precisa o inteligencia natural que le llevaría a un comportamiento más acorde con aquello que pretendemos ser. Solo el intento de acumulación de dineros, capital, títulos académicos y otros impartidos por sus semejantes deja ya bien a las claras las enormes deficiencias e insolidaridades del ser humano. Las demás especies han sido dotadas de todo aquello que le es necesario para su propio desarrollo y en todos los ámbitos. Sus títulos y capital les han sido otorgados por la mismísima madre naturaleza, o por dios para el creyente. Nosotros abandonados de ellos somos especie a la deriva colocados sobre un planeta que incluso nos resulta demasiadas veces hostil. Mermando por lo tanto todavía más nuestras precarias posibilidades, sometiéndonos a una lucha constante por una supervivencia siempre problemática e insatisfactoria. ¿Seremos una especie ya en proceso definitivo de extinción, y en el último tramo, o todavía estaremos en los inicios de nuestro desarrollo y adaptación al medio, y por lo tanto en el camino todavía de alcanzar nuestros fines si los hubiera? Todo ello es una incógnita para la que nuestro cerebro no está naturalmente preparado. Damos coces en todos los sentidos sin sentido alguno, sin saber de donde venimos ni a donde vamos. Aunque, y a fuer de ser soberbio, cosa que poco me importa, yo creo saber de donde es la inexistente partida, así como el camino a ninguna parte. Nos ha parido la tierra como a las demás especies debido a unas condiciones adecuadas que cuando dejen de serlo hará su aparición el exterminio natural e incontestable. Ni dioses ni nada de nada. Solos estamos y solos desapareceremos. Esto para mi es bien claro, ni la más mínima duda me asalta. Y si ello es así, entonces me pregunto ¿para qué tanta maldad y traición entre nosotros? De admitir este evangelio a buen seguro que esta dañina especie humana habría de adquirir el comportamiento adecuado para instalar la felicidad entre nosotros y compartirla con las demás especies. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 17-07-2014

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