lunes, 31 de marzo de 2014

MANIFESTACIONES Y VIOLENCIA

MANIFESTACIONES Y VIOLENCIA Y que nadie se olvide que el derecho a manifestarse es consustancial con los seres de la estirpe que sean, siempre que se demuestre que alguno de sus derechos naturales y sociales hayan sido perturbados hasta niveles tan profundos que hacen muy difícil la existencia propia y de la sociedad en general. Ha de entenderse por la legislación, incluso el derecho a explosiones de violencia en mayor o menor medida. Únicamente los estados con democracias desvalidas y de apariencia, y las dictaduras, distribuyen a su antojo el monopolio de la violencia. La suelen distribuir entre los diferentes cuerpos llamados de seguridad del estado. Cuando aquellas manifestaciones que la sociedad mayoritaria emprende, debido a las distintas agresiones institucionales por esta sufridas, esos estados con democracias paupérrimas e injustas, como provocación lanzan a esas fuerzas contra una masa que además les mantiene económicamente. Una traición a la razón y a la verdadera justicia social. Todas las especies, incluida la humana, tienen como una de sus obligaciones más perentorias y naturales el utilizar la violencia proporcionada como respuesta a las agresiones de las que son víctimas, viendo ya imposible el arreglo por vía del dialogo. Esta respuesta está instalada en el código genético y dentro del comportamiento más digno. Ninguna ley podrá sostenerse por justa y legítima si conculca tal derecho. No será esa ley más que una trampa legal para conseguir el amedrentamiento de las sociedades. No existe mayor violencia que aquella provocada por las desigualdades sociales promovidas y sostenidas por los sistemas, y lo que más enerva, en beneficio de unos pocos. No existe mayor injusticia. Si ante tales situaciones la sociedad no se levanta irritada, entonces es una sociedad enferma y debilitada por estados opresores que han conseguido que esa sociedad, de manera enfermiza, interiorice el acoso practicado desde aquellas fuerzas de seguridad como algo bueno. Ello tiene un nombre: “Síndrome de Estocolmo Múltiple”. Humillación e indignidad. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 28-03-2014

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