viernes, 15 de noviembre de 2013

PRESTIGE Y SENTENCIA

EL PRESTIGE Y EL DESPRESTIGIO DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA Una vez más la justicia española se ha mostrado interesadamente ineficaz y solapadamente parcial. Nos tiene acostumbrados a sentencias torcidas según que asuntos y la “calidad” de los personajes implicados, con la excepcionalidad equivocada de algún gesto menor a la búsqueda de una dignificación imposible. Somos el hazmerreir del resto de los países europeos e incluso de ultramar. La desvergüenza, cobardía, y aldeanismo que tiñen la sentencia sobre el caso Prestige no tienen parangón. Citemos los casos del Exxon Valdez, Erika y aún algún otro. ¡Qué diferencia tan inmensa! ¿Cómo van a respetarnos por el mundo adelante con tales escándalos judiciales y aún otros? Está demostrado que este país llamado España, antes piel de toro y hoy, y desde hace tiempo, de becerrillo sin bemoles, está mal gestionado por unas castas enquistadas dentro de las diferentes áreas de poder qué se ayudan cuando interesa, aunque luego hagan un paripé de controversias en un parlamento circense, en el que determinan sus prioridades ideológicas e individuales. Como no se le dé un vuelco traumático, a este país no lo arregla ni dios. En manos de él está por obra y gracia del gobierno actual cobijado en las mitras cardenalicias y faldones de obispo carmesí, y ya vemos lo mal que lo hace. Peor no puede ir. Ese dios católico está ya muy viejo y chocho, sopitas de cabello de ángel y a la cuna. Aunque parezca ajeno no hay que olvidar que están gobernando los mismos catequistas que durante los hilillos de plastilina, Fraga de cacería en Portugal, y otros ministros de rachilla, sin importarles un comino la catástrofe. No tienen ni tuvieron entonces talla para gobernar. Una riada de dinero público compró a los más afectados, quienes para su desvergüenza decían lo bien que les había venido el desastre y que con alguno más se harían ricos. ¡¿Qué pueblo es ese que tales barbaridades pronuncia?! No me extraña que tengamos estos gobiernos. Hay que salir corriendo de aquí y no regresar jamás. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 14-11-2013

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