jueves, 7 de noviembre de 2013

LOS GOBIERNOS; LAS MAFIAS LEGALIZADAS

LA MAFIA INDISCRIMINADA DE LOS GOBIERNOS Y TODO TIPO DE PODEROSOS Llegado a este punto de mi vida, tras un ya largo recorrido, la observación y las experiencias varias me llevan a pensar que todo tipo de gobiernos y credos están articulados por unos seres dentro de un sistema ancestral, que lo único que les mueve es el deseo profundo de poder, manipulación, y control de los pueblos. Cuando hablan de vocación de servicio público, es pura retórica. También es cierto que unas de esas estructuras políticas serán más hábiles que otras en aparentar, mediante gestos populistas, un acercamiento social, sirviéndose del apoyo calculado de aquellas concesiones que consideren necesarias. Las leyes en su mayoría, salidas de tales mafias llamadas gobiernos, suelen ser consignas que se aplican con rigor a las clases menos favorecidas, permitiendo mediante todo tipo de argucias la impunidad propia. Riñen y discuten acaloradametne en los parlamentos, aparentando favorecer de distintas maneras unos y otros a una ingenua y engañada sociedad. A poco que se observe comprobaremos que no es más que un circo de rencores partidistas e ideológicos y lucimientos personales. Las personas que ahí se sientan no suelen ser los cerebros más brillantes de la sociedad, sino más bien aquellos más taimados y holgazanes. Es bien triste el tener esta percepción. Te das cuenta que nada importa y que todo en esta vida es una trampa. La recuperación y el optimismo vienen, cuando al margen de todo ello, vives tu vida dentro de las exigencias propias que te dicta tu daimon socrático, sin dejarte arrastrar por veleidades propias de la frivolidad de aquellos que pretenden situarse por encima de los demás, cuando no son otra cosa que acomplejados multiformes y profundos, necesitados del poder y de los enrocados cargos para sentirse alguien. Pensar en libertad y obrar de tal manera es la mayor felicidad para los pocos seres capacitados para ello. Diógenes de Sinope y la escuela cínica con sus tres principios (anaideia, adiaforía y parresía) son el ejemplo a seguir, aunque se puede adoptar otra forma de vida más confortable y dichosa que la del frugal filósofo griego del soleado tonel. En una reunión le prohíben escupir en el suelo, y escupe entonces a la cara del poderoso anfitrión, diciendo que no encontraba lugar más sucio. Tras la constatación de tan inmenso engaño, la recuperación, propia de mi optimismo natural, me permite la mayor de las felicidades. No nos olvidemos que para curar una enfermedad, primero habrá que diagnosticarla con rigor, y luego aplicar el tratamiento adecuado alcanzando así la curación y la consecuente felicidad. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 05-11-2013

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