jueves, 17 de septiembre de 2015

Una de reyes y de vasallos

España y sus estupideces de oropel orwelliano No necesitamos monarcas de oropel, propios de una monarquía de parapilla como es la española, que vayan a realizar trabajos diplomáticos externos, labores propias de embajadores y presidentes electos de una democracia verdadera. La indignidad de nuestra democracia coja se refuerza todavía más con el espectáculo deprimente e irracional de un rey menor recibido por el emperador de occidente en la Casa Blanca, sede del gobierno norteamericano. Obama, dirá lo pactado tras conseguir los beneficios buscados, y el rey obtendrá así, en ese intercambio de favores, una sustanciación internacional ridícula, a costa de la sufrida, e inoperante a la fuerza, ciudadanía española, a la que tanto unos como los otros olvidan, dándole el desprecio más ominoso. Yo quiero, recordando a la antigua república romana, que ninguna testa coronada sea atendida como tal por los políticos electos propios de una democracia verdadera. Nunca aquella república romana admitió dentro de los muros del pomerium a nadie que llegase con identidad de rey o reina. No eran, según el código de las doce tablas o carta magna, recibidos oficialmente, ni siquiera podían pasearse con ejercicio de monarcas por dentro de las viejas murallas Servilias de Roma (pomerium). El espectáculo de Cleopatra VII entrando en Roma con todo boato no es más que otra de las estupideces de la propaganda y peliculerismo norteamericano. Jamás la reina de Egipto tuvo ese recibimiento. Era un agravio vergonzante para el verdadero sentir republicano de aquella austera ciudadanía que no consentía tales abominaciones. La presencia de Felipe VI con el cometido que le llevó a Washington es, en mi opinión, un agravió comparativo de enormes proporciones al embajador de España en EE.UU. que es quien debiera realizar tales diplomacias. Ha sido una fantasmada propia de vasallos y de mediocres sin dignidad. Tirídates rey de Armenia, siervo de Roma, a la búsqueda del refrendo monárquico propio, visitando para ello al emperador Nerón en la Roma imperial. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo-Sada; 16-09-2015

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