miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA CRISIS Y LOS PARÁSITOS

LA CRISIS Y LOS PARÁSITOS Parásito: dicho de un organismo animal o vegetal: Que vive a costa de otro de distinta especie, alimentándose de él y depauperándolo sin llegar a matarlo. Un ejemplo sería el piojo que se pone morado de sangre y de todo lo necesario para su vida, sobre todo sobre las cabezas humanas sometidas a la pobreza y falta de higiene. Si saliese alguno bueno en el rebaño, lo matan. No se si los políticos y todo tipo de mandatarios, monarcas incluidos, pertenecen a la especie humana o no. Lo cierto es que la parasitan instalándose en ese ingente cuerpo social precarizándolo sin matarlo, ya que entonces eliminarían su fácil y pingüe medio de vida. Una vez que entran en esa función su máximo y único interés es el permanecer en ella para siempre. Se sienten cómodos, ricos y cargados de privilegios que de todo los protegen. Claro que para conseguir esos inmensos beneficios necesitan el ejercicio del parasitismo realizado en grado sumo. Es decir, debilitando a esa sociedad para que no se rebele. Controlan las leyes y acuden a la constitución para asentar sus privilegios y ocultar sus fechorías. Si esa carta magna se pusiera en contra en algún artículo o matiz, entonces haciendo malabarismos circenses, lo trastocan, y de inmediato lo adecuan a sus intereses. Dan así carta de autenticidad a sus acciones parasitarias. Lo primero es lograr mantenerse en los cargos institucionales, alternándose, si fuese necesario o por imperativos estratégicos, en otros aquí o allá. El cobijo perpetuo estará conseguido cuando por obligaciones múltiples la gran empresa privada, antes por ellos beneficiada, les reserva cargos de importancia, retribuidos con generosidad infinita. Eso sí, sepan o no algo de esa nueva función. Ello no importa, el producto de tales empresas lo pagará esa sociedad parasitada a quien incrementan abusivamente las tarifas. El entramado fraudulento resulta infinito y complicado de aclarar. De tal manera comienza esa Inmensa Estafa, y que ahora ellos mismos, sus creadores, llaman eufemísticamente Crisis, y que alguno denominó al principio: desaceleración económica. Y tenía razón. Antes de alcanzar el punto álgido al que llamaron crisis, hubo un tramo inicial del recorrido. Ese fue la desaceleración económica. ¡Qué desvergüenza tienen esos parásitos! ¡Hatajo de inútiles! Todo lo robado a buen recaudo en nidos escondidos, aunque identificados. ¡Vamos a por esos piojos de dos patas! Huelgas generales bien prolongadas y manifestaciones bien activas. Eduardo Fernández Rivas Lugar de Fiunchedo; 25-12-2012

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