lunes, 4 de febrero de 2008

ASUNTO GERVASIO: UNA FAMILIA ACOSADA

ASUNTO GERVASIO

ENCOMPINCHAMIENTO ENTRE LAS MAFIAS DE LA CONSTRUCCIÓN, EL ALCALDE Y SENADOR DEL PP, RAMÓN RODRÍGUEZ ARES, Y OTRAS LINDEZAS, EN EL AYUNTAMIENTO DE SADA



Desde principios de los años noventa venimos sufriendo, tanto mi anciana madre como yo, e incluso mi perro, y algún que otro invitado, agresiones de todo tipo por parte de un siniestro personaje y sus hijos, vecinos desde entonces, y de procedencia foránea, Gervasio Carballo Brasa y demás elemento masculino de su familia más cercana, y aún de otros, ya parientes, amigos, o cómplices, estos, lo son tanto de él como de sus hijos. Motivo; la intención de amedrentarnos y de esta manera conseguir que huyésemos acojonados abandonando nuestra casa familiar. Evidentemente, gracias a mi entereza no lo consiguieron. Nuestro terreno debido a su ubicación es codiciado por estas gentes, venidas no se de donde, y dedicadas aquí en Sada a la construcción, presuntamente más especulativa y despiadada. Manifestado además ese interés hacia mi finca, de manera verbal, por el propio Gervasio Carballo Brasa, durante una de sus muchas desvergonzadas y canallescas alocuciones enfrente a mi casa.

En varios juicios celebrados en Betanzos, a instancias mías, y presuntamente manipulados a favor de esa familia, me imagino que por su abogado el señor Romay Becaría, quien según tengo entendido, ciertamente yo no lo se, hace y deshace a su antojo fallos y sentencias judiciales en esos juzgados, estas gentes a quienes he sentado de manera reiterada en el banquillo en Betanzos, han salido siempre de manera muy sospechosa “absueltos por falta de pruebas”, según reza en las sentencias, pero nunca inocentes. En mi opinión, argucias judiciales destinadas a favorecer a una de las partes, en este caso a los presuntos delincuentes.

Las posibles irregularidades cometidas en esos juicios, probablemente desde su instrucción han llegado al colmo de cualquier paciencia al ver la sentencia última dictada en A Coruña a finales de agosto pasado en unos términos que claman al cielo, ya que de ninguna manera podría ser a esta justicia injusta.

Solo el hecho de que un alcalde que lo era hasta hace bien poco, Ramón Rodríguez Ares, en su momento me haya proporcionado protección policial, durante años, y que nunca se ha levantado, debido al comportamiento altamente delictivo y de terrorismo local de alta intensidad de esas personas, deja bien patente la peligrosidad que aquel edil percibía, (amenazas de muerte reiteradas, llamadas telefónicas a altas horas de la madrugada con mensajes terribles, insultos vejatorios y humillantes, rayado de mi coche, rotura de espejos, explosivos, petardos, barrenos de construcción etc. esto último dentro de mi propiedad). Y todo ello durante años. Todavía hoy, si bien he de reconocer que ha bajado bastante la intensidad de los delitos, no quiere decir ello que lo hayan dejado, de ninguna manera, en cuanto pueden, me agreden con insultos y amenazas.

La situación es insostenible por más tiempo. He estado esperando pacientemente la sentencia del último juicio por el que había denunciado a Miguel Carballo, uno de los hijos de Gervasio. Aunque mi idea había sido el presentar todas las demandas en un solo juicio, la “torpeza” de mi abogado anterior, José Sánchez Presedo, decidió la división. Él sabrá porqué, yo me lo imagino. Este abogado luego me plantó sin explicación alguna.

Este último juicio se debió a un acoso hacia mi persona, delante de mi casa, cometido por Miguel Carballo, con provocación, pelea y persecución por su parte, todo ello en dos fases, y en diferentes lugares de Sada en la tarde del viernes, 7 de agosto de 1998. Uno de los días más aciagos de mi vida.

La cosa de la culpabilidad de esa persona es tan clara, que la sentencia, emitida en a Coruña a finales de agosto de este año de 2003, resulta la conculcación de todo sentido común, la vergüenza de la justicia, la desconsideración más sangrante de esta hacia las víctimas inocentes, que somos mi madre, mi perro, algunos invitados y yo. Todo esto parece un mundo al revés.

Hemos estado durante cinco años esperando pacientemente esta sentencia judicial en la esperanza de que estos presuntos delincuentes pagasen sus delitos en la medida adecuada, pero no ha sido así, la sentencia, que aunque no es firme, deja ver sus intenciones, y por ello se ha recurrido. Resulta una burla a la gente de bien, un error judicial inquietante y sospechoso, y por ello, una bofetada a la auténtica justicia, esta, yo la desconozco después de mi experiencia durante todos estos años. Por ello pido a los medios se encarguen de tomar cartas en el asunto. La cosa es muy grave y puede tener consecuencias de proporciones insospechadas debido al talante agresivo, malvado, mafioso, contumaz y primitivo de estas personas.

Me he visto en reiteradas ocasiones perseguido y acosado, no solo en mi casa, sino también en la calle y en diferentes locales de hostelería, ya por ellos, o bien por algunos de sus acólitos, y a veces con testigos delante, quienes están dispuestos a testificar.

Las cintas de video que he grabado desde una de las ventanas de mi casa, aconsejado por la guardia civil, y durante años, dejan patente el comportamiento delictivo de algunos de estos individuos. Pruebas, desgraciadamente, hasta ahora, nunca admitidas por los tribunales.

Espero que al menos los medios, ya que no la justicia, por lo que se ve, esclarezcan estas cosas y se restaure la legalidad y la verdad.


CONCLUSIÓN

No se debe permitir el que hechos delictivos de estas proporciones permanezcan impunes por más tiempo. De ser así los delincuentes se envalentonarán, como ya ha sucedido en este caso, se habrán burlado de la justicia, de la guardia civil, de la policía municipal y en fin, de todos nosotros. Se les estaría alentando, y lo que es peor, por parte de la justicia, en mi opinión debido a la desidia de la misma, a continuar con su reprobable comportamiento. Espero y deseo que ningún miembro de la judicatura esté implicado en este horrible asunto. Aunque a decir verdad, después de haber llegado a este estado de cosas, y por lo que se está viendo en otras, ya no se que pensar. Estos, vamos a llamarles dulcemente errores judiciales, frustran todo interés y credibilidad en la justicia por parte de la ciudadanía.

Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo--Sada

FIUNCHEDO 8-12-00

ASUNTO GERVASIO 2



Después de todos estos años, desde que esta familia se asentó frente a mi casa, nunca hemos tenido tranquilidad duradera, ayer mismo, día siete de diciembre del año 2000, en torno a las seis de la tarde, el hijo mayor de Gervasio, Roberto Carballo, estando mi madre y yo en la galería de nuestra vivienda, y sin estar a la vista, ya que estábamos viendo una película en la tele (Vía Digital, “Canal 600”, “LA BELLA LOLA”, protagonizada por Sara Montiel) empezó a proferir los insultos de costumbre, “coqui” he hijo de puta. La verdad es que resulta increíble e intolerable el comportamiento del elemento masculino de esta familia. Tanto mi madre como yo no podemos salir a nuestro jardín, y ya no digamos al camino, si por casualidad salen o entran ellos en ese momento, los insultos más groseros, acompañados de las amenazas más disparatadas, de muerte muchas veces, salen de sus bocas a la manera de las mafias más criminales y recalcitrantes. Nunca en este lugar, ni en todo el municipio se ha dado un solo caso parecido. El vecindario de Sada está realmente perplejo y sorprendido con el comportamiento de estos individuos, nunca tal cosa se ha dado.

Después de los varios juicios que hemos tenido, celebrados en Betanzos, y antes las muchas veces que durante años he ido a dar mis quejas, tanto yo como mi madre, a la Guardia Civil, no hemos conseguido el que estas gentes se controlen. Estas quejas no han servido de nada. El mismo alcalde de Sada, al tener conocimiento del comportamiento de estas gentes, me prestó protección policial, que todavía no se ha levantado, conociendo el posible peligro que ha visto en estas personas, ya que además las conoce perfectamente, por muchas causas, entre ellas por pertenecer esta familia al ámbito de la construcción, directamente relacionadas estas actividades con los ayuntamientos.

En mi opinión, ni la Guardia Civil, aquí en Sada, ha cumplido con sus obligaciones, han sido, no solo negligentes, si no también despreocupados y puede que de alguna manera hayan simpatizado con ellos, lo mismo que la policía municipal, entre cuyos números, cuenta con un sobrino.

En una palabra, tanto mi madre, una anciana de setenta y cuatro años, con una grave afección coronaria, y a la que insultan llamándole, entre otras cosa, el disparate de cocainómana, (los hijos si lo han sido durante años, cosa que es “vox populi”), y otras lindezas, que aunque nosotros no respondamos a estos y otros insultos, y amenazas de muerte, no es óbice para que al sufrir todas estas agresiones verbales durante años, y a veces reiteradamente durante el día, no desestabilice el ánimo más templado y más prudente, aunque hasta lo de ahora no lo hayan conseguido. De momento esta prudencia y la buena educación presiden, como no podía ser menos, el talante de mi madre y el mío. De todos modos la situación resulta muy difícil para nosotros. Intentan provocarnos de manera deliberada con la intención de que perdamos la paciencia, al sabernos solos, y como ya saben, abandonados por una justicia y autoridades incompetentes, o que se inhiben, estas sabrán porqué, de sus obligaciones.

Por otro lado, como antes dije, los juicios celebrados en Betanzos, aún yo aportando testigos directos quienes habían sufrido alguna vez, estando en mi casa, las agresiones verbales, y físicas, contra el coche de mi invitada, aparcado en el camino, de estas gentes, impidiéndonos incluso el salir de mi casa, armado y escondido el hijo mayor, Roberto Carballo, con un gran bastón, tipo jabalina, descubierto por mi en el momento en que subí a mi dormitorio a cambiarme de ropa, armado, como decíamos, con la intención de golpearnos al salir, los otros hijos, el más joven, Alejandro Carballo, y el del medio, Miguel Carballo, capitaneados por su padre Gervasio Carballo Brasa, nos acosaban desde el camino, provocándonos a salir, profiriendo toda clase de improperios y amenazas delante del portal de mi jardín. La situación era, además de horrible, increíble y mafiosa, digna de una película de terror, cuando acude la policía, llamada por mi madre, ellos se pasean por el camino como sí tal cosa. Bueno, casos como estos muy a menudo.

Me referiré de nuevo a los juicios celebrados en Betanzos en donde las sentencias, todas, fueron absolutorias por falta de pruebas, en mi opinión estas sentencias no solo fueron injustas, a sabiendas de quien las ha dictado, si no que una de las veces en que la situación se había hecho insostenible delante de mi casa por el comportamiento de estos individuos, llamo a la jueza por teléfono, diciéndole que por favor hiciesen algo. Al comentarle además que mis largas estancias en el extranjero, por motivos profesionales, y que por ello mi madre quedaba sola, y yo muy preocupado, esta jueza, que no me merece ni el tratamiento de señoría, ni siquiera el de señora, me responde lo siguiente: “si usted viaja tanto, no será mucho lo que le molesten”, todo ello acompañado de unas carcajadas de lo más impertinente, indignas de una representante de la justicia. Es tristísimo el que nos encontremos en manos de personas que como esta están encargadas de dictar sentencias. Ello no nos permite, a las gentes honradas, creer en la justicia, en este caso el comportamiento ha sido tan deplorable que es, en mi opinión, para desposeerla de su cargo a perpetuidad, lo mismo opino en cuanto a las autoridades a las que he acudido, y que antes he citado. Las irregularidades han sido tan manifiestas, que me estoy pensando, cuando yo lo crea conveniente, el acudir a los medios con todas estas cosas, y otras que aquí no relato por no extenderme más.

He recibido, y recibo insultos y amenazas, llamadas telefónicas a cualquier hora del día, pero sobre todo los sábados de madrugada, cuando sabían que yo había salido, diciéndole a mi pobre madre, ya en cama, que yo, su hijo, era cadáver arrojado en medio de la ría, (en esa época no teníamos teléfono móvil, por ello mi madre no podía comunicarse conmigo, no pudiendo dormir hasta mi llegada a casa, estas llamadas telefónicas las hacían asimismo amigos de ellos con igual o parecido mensaje) También persecuciones, realizadas por sus adláteres, en locales públicos, ¡hasta “meando”¡ en el retrete de un bar, aquí en Sada, con testigos, acosos por las calles y carreteras, mi coche rayado con saña, con testigos aportados en el juicio específico, cristal roto por una pedrada de Roberto Carballo, en una ventana de mi casa, mi madre insultada y amenazada, una pelea con Miguel Carballo, quien me persiguió por todo Sada como una furia desatada, que es lo que son estas gentes, han puesto, de manera habitual, bombas y petardos dentro de mi jardín, con el susto consiguiente por la sorpresa y la fuertes deflagraciones, mi madre destrozada, con un ataque al corazón, el perro con un susto de muerte, también barrenos utilizados en la construcción, (aportados como prueba ante testigo, a la policía municipal, y que no se han presentado en ninguno de los juicios) fueron arrojados durante una noche de tormenta del pasado invierno, con la intención de que se confundiese la deflagración del barreno con el ruido de los truenos, sobre el tejado de nuestra casa, con la clara intención de quemarnos vivos. Después de todas estas cosas aquí ya no sabemos que hacer. Hemos acudido a las autoridades y a la justicia, parece que lo han vanalizado todo. Ellos, estos sinvergüenzas, se han envalentonado al ver que las sentencias les resultaban favorables, (lo mismo que el comportamiento de las autoridades), por la ausencia de pruebas, cosa esta que no es cierta. La situación se tornó horrible, insufrible. Golpes y ruidos al pie de la ventana de mi dormitorio producidos con palas, martillos y otros aperos, cada vez que veían la contraventana cerrada creyendo que yo estaba dormido.

Como antes decía, acudimos a las autoridades y a la justicia en la seguridad que ello sería lo más adecuado, y ya pueden ver en donde nos hemos metido. Podía narrar mucho más, pero creo que es suficiente para darse cuenta de la situación.

Todavía nos quedaba el caso de sus perros, mal cuidados y golpeados, esto visto por mí, desastrados, los pobres animales que a veces se escapaban por negligencia de sus amos, creaban graves problemas en el camino, cosa esta que de alguna manera desató la ya precaria situación.

Estas gentes, diré, mienten con tal descaro que yo nunca pude pensar que el cinismo llegase a tales niveles, mienten con un aplomo tal que es propio solo de profesionales del delito, gentes acostumbradas, por una trayectoria, una “educación” familiar, y quizás de grupo, con unas costumbres, tradiciones y “leyes”, hostiles por rencor, y dificultades de relación con el nuevo entorno, o bien por una falta de interés o posibilidades de integración. Lo que es cierto es que su relación con el entorno es inexistente, haciendo además, con su comportamiento, todo lo posible para que así sea. Aquí de todos es conocido el fraude y las estafas practicadas a sus socios, algunos de ellos me lo han contado, según estos antiguos socios, aquellos, son falsos y traidores.

No hay que olvidar que esta familia no es nativa de la zona, aunque aquí ha venido mucha gente de afuera nunca ha habido problemas, al menos como estos. Tengo entendido que son oriundos del “Petín”, en Orense, hace unos años que han aparecido por aquí, y parece ser que en condiciones bastante precarias. Al no ser conocidos hubo personas en este municipio que confiaron en ellas, y como además daban pena se les prestó ayuda, no les importó el engañar y mentir, estafando a quienes, de alguna manera, les estaban ayudando. Por las razones que sean, yo me sé algunas, no han podido, sus antiguos socios llevarles ante los tribunales, pero el rencor y el resentimiento que han despertado a su alrededor es aquí de todos conocido. Ellos mismos, por su detestable conducta, se han rodeado de un colectivo muy numeroso y hostil, que en mi opinión, en un futuro no muy lejano, les causará graves problemas. Esto es lo que por aquí se habla. Diré, que o bien están encompinchados, o se están burlando de la Guardia Civil, Policía Municipal, Alcalde, y de la justicia, tomándose todas las leyes y normas de convivencia a chufla, ninguna ley va con ellos, se las pasan por aquel “sitio”, esto me recuerda que de alguna manera pertenecen a un ámbito “cultural” diferente al establecido en este país y en otros de nuestro entorno desde hace siglos. Otra cosa no puede entenderse, a no ser que alguna neuropatología hereditaria domine a estas personas. Entonces habría, en mi opinión, que contemplar la cosa desde el punto de vista de la medicina neurológica. Su comportamiento, el de estas gentes, en verdad que no es normal.

Le comentaré asimismo que el ruido que con su moto de gran cilindrada, turnándose el padre y los hijos, efectúan delante de mi casa, durante horas, a veces, es realmente para volverse locos.

Yo viéndome solo, sin ayuda de nadie, los vecinos están tan “acojonados”, y uno asociado, y presumiblemente participando de los dineros que genera la corrupción urbanística y posiblemente otras, en la que están metidos; Emilio Gómez López, el concejal de urbanismo de Sada, los otros no se atreven a declarar por miedo a esta banda, entonces decidí, por indicación directa, y expresada de manera manifiesta por el jefe de puesto de la Guardia Civil de Sada, hace unos dos años y medio, o tres, el grabar con mi cámara de vídeo algunos de los hechos, los que he podido, anteriormente relatados, constituyendo una clara prueba de lo que digo, y más.

Creo que todo el mundo siente un respeto hacia las autoridades, sobre todo cuando se presentan en tu casa llamados por un ciudadano respetable, que soy yo, mi madre, y toda nuestra familia desde siempre. Pues bien, ellos, por lo que se ve, ni caso. Esto en mi opinión no puede seguir así, es prácticamente un caso de TERRORISMO LOCAL.

Pongo esto en su conocimiento para que, si es posible, tomen alguna medida al respecto, agradeciéndoselo, tanto mi madre como yo, e incluso, como no, el vecindario.

En uno de los juicios, este celebrado en el Juzgado de Paz de Sada, al Gervasio Carballo Brasa, se le cogió en flagrante mentira en el transcurso del mismo, ejemplo bien claro del talante mentiroso, falso y embustero de esta persona, fue algo increíble, él color de su rostro varió de manera espontánea, pasando del verde al morado, al darse cuenta el Gervasio Carballo Brasa de su propio desatino. No por ello su comportamiento delictivo varió aquella temporada, no hay que olvidar que el delincuente habitual jamás se arrepiente, sencillamente le horroriza el que le “pesquen”, sobre todo cuando él ha dado patinazo.

Bueno ya Uds. verán lo que se puede hacer con todo este desagradable asunto de vandalismo o terrorismo local.



FIUNCHEDO 9-12-00

EDUARDO FERNÁNDEZ RIVAS

P.D. La tarde y noche de fin de año se la pasaron insultando y colocando explosivos, lo mismo que a partir del mediodía del día uno (Año nuevo 1-1-2001) colocando petardos el hijo menor de Gervasio Carballo Brasa, en compañía de otro niño más joven que él, sin parar hasta justo las seis de la tarde en que se retiraron al comprobar la llegada del vecino Emilio y su familia. Inmediatamente tanto él, Alejandro, como su amiguito, me imagino que este inocente de la utilización que de él estaban haciendo, se retiraron de inmediato, al llegar, como antes dije, los vecinos antes mencionados.

En estos días han vuelto a insultarme y amenazarme. No voy a detallar más, sepan que esto es continuado, no tengo más que mostrarme, ellos al verme comienzan su sarao particular, con carácter unilateral, lo cual es obvio del trastorno manifiesto de estas gentes, y también de su maldad mezquina e impropia de seres civilizados.



EDUARDO FERNÁNDEZ RIVAS

FIUNCHEDO 9-1-2001

ASUNTO MIGUEL CARBALLO




1/ Miguel salió armado de su coche, yo, según él mismo ha testificado, y es cierto, para defenderme, me vi obligado a tomar lo más cercano a mí, “un pequeño palo de las flores”. Así consta en la declaración de Miguel Carballo, y es lo cierto. Todo ciudadano tiene derecho a la legítima defensa. Ese es el derecho legal que me asiste y así lo realicé.

2/ Entregué ante un testigo la barra metálica enfundada en cinta plástica utilizada como arma por Miguel Carballo, en el cuartel de la guardia civil el día de autos. Exijo esa prueba en la vista. (Nunca se presentó, la guardia civil la hizo desaparecer, corrupción galopante)

3/ Resulta absurdo el que Miguel, si como él dice, yo le amenacé con el palo, estando él dentro de su auto encendido en ese momento, y a cierta distancia, no hubiese optado por marchar, en vez de quedarse a esperar que yo le golpease. Esto no se sostiene, además, resulta obvio, para yo poder golpearle estando Miguel Carballo dentro de su vehículo, y con la puerta cerrada, es necesario un recorrido amplio, imposible en esa situación, para asestar un golpe minimamente notable.

3/ ¿Qué estaba esperando Miguel Carballo ya en el camino público, después de un buen rato de haber salido de su garaje, y ya cerrado el portal del mismo, desde hacía bastantes minutos? Pues bien, yo se lo voy a decir, sencillamente esperarme al haber escuchado el ruido del portón de mi garaje al abrirse. Yo había esperado que pasase un tiempo para que se marchase cuando desde mi dormitorio observé que él salía. Di tiempo suficiente, pero bajé de mi dormitorio, donde me estaba cambiando de ropa con la intención de acudir a una cita, y sencillamente abrí el portón de mi garaje, imposible de ver desde donde él estaba, pero si de oír el golpe que produce al abrirse. Me quedé de piedra al verle allí, cuando descendí por el acceso de mi garaje hacia el camino público con la intención de abrir el portal de la verja de mi cierre. Lleva su tiempo, consta de tres hojas de hierro forjado con sus correspondientes pasadores y llave, hay que abrir todo a mano, y suelen, debido a problemas de inclinación continua de una de las columnas de hormigón funcionar mal, y en verano peor. Es decir, todo esto lleva su tiempo, se puede comprobar lo que digo cuando se quiera.

4/ Abrí la verja del portal, regresé a mi garaje a por el coche. Lo dejé en el exterior, mientras regresaba a cerrar el portón, y bajar a cerrar el pesado portal de la verja. Fue en ese momento cuando Miguel Carballo, en una brusca maniobra sitúa su auto delante de mis narices y del portal de mi verja, bloqueando la entrada a mi finca. Mi auto encendido y fuera, aparcado por supuesto en lugar correcto. Comienzan los insultos y amenazas a los que ya nos tiene, tanto él como su padre y su hermano mayor, acostumbrados, pero no por ello menos graves, molestos y vejatorios. Le dije que continuara su camino, mientras yo intentaba cerrar el portal, que se resistía por falta de aceite y por lo antes dicho. Sale de su vehículo como una furia desatada, diciendo que me va a matar, que ahora sí estoy a su merced, enarbola el arma, la barra de plomo enfundada en plástico blanco, y la abate sobre mí. Conseguí esquivar aquel primer golpe al tiempo que allí mismo tomé lo primero que tenía a mano, uno de los pequeños palos que mi madre había puesto en un parterre del jardín con la finalidad de proteger las plantas y flores del juguetón cachorro de pastor alemán que hacía unos meses nos habían regalado.

5/ Miguel Carballo se introduce en mi finca bastantes metros, acosándome y blandiendo aquella arma, algunos de cuyos golpes fallidos fueron a dar contra el muro blanco de mi finca, todavía allí pueden comprobarse sus marcas. Me defendí como pude con mi pequeño palo. O eso o dejar que me matara. Opté por defenderme como no podía ser de otra manera.


6/ En esos momentos aparece mi madre. Luego, ya conocemos la persecución a la que me sometió por toda Sada, peligrosa, tanto para él como para mí, y sobre todo para los peatones y otros vehículos, y la segunda parte de la pelea en las llamadas “Casas de Posse”. En esta persecución se ve claramente la intención contumaz, y la naturaleza de esta persona.

7/ El policía municipal de Sada, apellidado Sobrino, al día siguiente de los hechos, me confesó en mi casa que Miguel Carballo le había dicho que yo no le había lastimado el brazo, que se había caído, lastimando el brazo al golpearlo, en la caída repentina e incontrolada, contra el borde de la acera, mientras caminando hacia atrás me arrastraba por la coleta. Debido a esa caída casual, y para mi providencial, y al dolor agudo producido por el golpe, en su brazo, me soltó instintivamente. Lo mismo dijo Miguel Carballo a los médicos en el Centro de Salud de Sada: “que se había caído”. Esto me lo dijeron a mí, y a Margarita Bermúdez de Castro, los médicos y personal del centro que le atendieron a él y algún tiempo más tarde a mí.

8/ Por lo tanto, la burla que, no solo este joven, sino también su padre y hermano mayor, están haciendo, de autoridades civiles, abogados, jueces, fiscales, guardia civil, policía municipal etc. es digna de una respuesta en forma de un castigo adecuado. Y si tal y como yo, y muchos, sospechamos fundadamente, de que existiesen cómplices entre algunas de las autoridades, antes mencionadas, e incluso de funcionarios, tanto de juzgados, como de ayuntamiento, y que permitiesen con su silencio, estos comportamientos, el escándalo sería notable. Tanta impunidad irracional envalentona a estos sujetos, induciéndolos a continuar en sus hechos delictivos, e indudablemente, debido a esa impunidad, a aumentar las proporciones de los mismos.

La sentencia (agosto de 2003, y ratificada increíblemente, en agosto de 2004) de este juicio, como la de los anteriores, ha sido escandalosamente injusta, y me temo, a causa de fundadas sospechas, que haya posibles implicaciones políticas locales, y debido al encompinchamiento, aún de prevaricación en los juzgados. La desaparición de pruebas irrefutables, no presentadas durante la vista, así como otras cosas, son signos indudables de lo que digo. Acudo por ello a los medios para que tomen cartas en el asunto, y tanto, esta sentencia judicial reprobable, como otras, no quede en el anonimato y los delincuentes, tanto los de guante blanco como los otros, no se salgan con la suya, a no ser, si lo permitimos, que vivamos en un país en el que gobiernan las mafias más execrables y destructivas. Lo que acabo de narrar es solo la punta del iceberg de una corrupción profunda que va más allá de estos hechos. Y por supuesto trasciende los límites locales.

Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo



DIAGNÓSTICO:

En mi opinión; “Trastorno de conducta con agresividad” y “Pseudología Fantástica”. Todo ello, de alguna manera, transmitido a sus hijos, ya sea por imposición dominante, o bien el que estos repitan el modelo paterno, signo, en mi opinión, de un ambiente familiar muy poco evolucionado y estigmatizado por un primitivismo asilvestrado, reproduciendo generalmente el comportamiento de las bestias y alimañas, quienes, entre otras técnicas de caza, practican el acoso en manada con el fin de conseguir el debilitamiento de la víctima escogida, y que esta suele ser más noble y poderosa. Por ello el ataque en grupo de estas especies, llamadas alimañas, o bichería de baja catadura moral. El acoso que llevan cometiendo conmigo, no solo delante de mi casa, si no incluso, fuera, en cualquier local de hosteleria, en estos locales, también sus amigotes, que yo no conozco, hasta después de la agresión verbal, y amenazas de muerte, esto lo hacen asimismo desde los coches cuando yo voy caminando por la calle.

Todavía hoy, domingo, veintiséis de marzo (26-3-2000), y como tiene por costumbre ya, en el afán de perjudicarme sin más, se ha pasado la mañana, con intervalos de descanso, golpeando palas metálicas, y las parrillas de su alcantarilla, simulando estar limpiando el registro de entrada al acceso a su garaje, justamente en la linde con el camino. Comenzó su actividad alrededor de las nueve de la mañana, a las doce y cuarto, todavía continuaba. Al mantener yo las contras de la ventana de mi dormitorio cerradas, (que por cierto dan sobre el camino, justo sobre la entrada del acceso a su garaje) él creía que yo estaría durmiendo. Al ser domingo dio por sentado el que yo habría llegado tarde, yo ya estaba en pie, contemplándolo todo, lo mismo que mi anciana madre, desde el comedor de mi casa, situado en la planta baja, él parecía volverse loco cada vez que golpeaba las palas o sacudía con violencia las parrillas metálicas de su registro, al comprobar que las contraventanas de mi dormitorio seguían cerradas. La situación es la de siempre, tuve la tentación de filmar todo esto, pero como ya es siempre lo mismo, no me apetece, ni montar la cámara, ni gastar un material tan caro como es todo este de vídeo, y por otro lado no tenía ganas de molestarme en ello. La verdad es que escenas como estas ya las he filmado en varias ocasiones el pasado año, y como antes dije, siempre es lo mismo y por ello no vale la pena perder el tiempo en estas cosas, sencillamente me da pena el pobre hombre. A eso de las doce y media, salí a mi jardín, y como cada día abrí el portal de la verja, que mantengo abierto todo el día, yo creí que ya se había marchado, pero no, simplemente había cambiado de lugar, trasladándose, al portal de acceso a la vivienda, para desde allí continuar con su contaminación acústica, ahora ya subido a una escalera de mano, nos cruzamos la mirada, yo por casualidad, porque, a decir verdad, creí que se había retirado a su casa, en fin, se quedó perplejo, el creía que yo seguía durmiendo, o mejor dicho, tratando de dormir, ya que con su alboroto, sería imposible estar en los brazos de Morfeo, se marchó con un cabreo mayúsculo, a los pocos minutos salió en su coche. De todas maneras parece que hoy tiene una crisis aguda en su Trastorno, hay posibilidades de que esta tarde me monte un sarao de cuidado. Como es habitual, probablemente con explosivos de alto nivel, colocados dentro de mi finca, ensordecedor y desestabilizador ruido de moto, insultos y amenazas, en fin, con todo aquello a que nos tiene acostumbrados, y en lo que implica a sus hijos, al obligar a estos, y hacerlos partícipes de sus delitos, y buscando siempre la cobarde impunidad al vigilar que nadie pase por el camino, ya que desde el frente de su casa la panorámica, en ambas direcciones, abarca una distancia más que suficiente para lograr esa impunidad, aprovechando también el que el vecino más cercano, Emilio y su familia, mujer e hijo, estén ausentes, ya por complicidad, o bien por casualidad (sabemos que andan en los mismos negocios. Uno, Emilio, como concejal de urbanismo, y en connivencia con el capo, el alcalde, permite los desmanes en el ámbito de la construcción del otro), veremos que pasa.

Ayer, jueves trece de abril, por la mañana, entre las ocho y media y nueve de la mañana, se hartó de tocar el claxon bajo la ventana de mi dormitorio. Mantuve cerrado hasta la tarde, a las dos menos diez (13h 50´)
Llegó para comer, quizás llegó antes, pero fue desde esa hora, hasta las dos y cuarto (14h 15¨), que se entretuvo, como de costumbre en golpear dos palas metálicas entre sí, y luego entre él y su hijo Miguel, arrojando explosivos sobre mí finca, de lo más sonoro. Continuaba, por estrategia, la ventana de mi dormitorio cerrada. He vuelto a colocar la cámara de vídeo en la habitación contigua a la mía, sobre su trípode, sencillamente para que la vean, por lo tanto buscando un efecto disuasorio, pero que no dudaré en activarla si lo considerase oportuno.

Hoy, viernes diecinueve de mayo (2000), sobre las 17h 30’ yendo yo por el camino de Fiunchedo, en dirección Sada y Gervasio Carballo Brasa, en dirección contraria, en la curva donde se encuentra el acceso a la vivienda de la farmacéutica “Carmucha”, al reconocerme Gervasio, quien conducía su “todo terreno”, echó su gran automóvil sobre el mío, en una rápida y brusca maniobra, yo la verdad creí que no lo contaba, giré el volante de mi pequeño auto hacia la derecha, consiguiendo esquivar el impacto, él ya enderezó su coche, y sin mediar palabra, al menos por mi parte, continuamos cada uno en nuestra dirección, (el camino por demás es ya de por si muy estrecho, para que dos vehículos puedan transitar con holgura en ambas direcciones, pero en esta zona es mucho más angosto, y todavía peor ya que a la entrada del acceso a la casa de Carmucha, la farmacéutica, en el lado opuesto están obrando por lo que el escombro se amontona, dificultando más la conducción)

Eduardo Fernández Rivas


GERVASIO: SUCESOS GRAVES EN SADA

TERRORISMO LOCAL

UNA FAMILIA ACOSADA

Era lunes, día 14 de marzo, alrededor de las 13/40hs, de este año de 2005. Encontrándome yo, Eduardo Fernández Rivas, arrojando unos rastrojos, contenidos en una bolsa de plástico, y procedentes de mi jardín, en un lugar que los vecinos tenemos por costumbre, el vecino Gervasio Carballo Brasa, oculto tras las ramas de un limonero de su huerto, y a una distancia de unos seis o siete metros, con el muro de su finca por medio, me apunta con una pistola, al tiempo que, entre insultos, (¡mírame ben maricón, cabrón, fillo de puta, desta xa non sales vivo, date por morto!) me dice que me va a matar. En su cara ciertamente, se reflejaba la expresión de un asesino. He pintado muchos rostros en mi vida. Por mis pinceles han pasado caras de todo tipo y edades. Es muy difícil que se me escape el conocimiento de la expresión de cualquier rostro. Terminaba yo en ese instante de vaciar la segunda bolsa y última, con los rastrojos, hojas caídas de la magnolia de mi jardín. Me imagino que debió de verme, yo no había reparado en su presencia, cuando llevé la primera bolsa, y esperando un segundo viaje, debió ser cuando fue en busca de la pistola. Necesitó, al darse cuenta de que yo no le había visto, el hacerse notar. Para ello empleó las manifestaciones y amenazas, anteriormente apuntadas. Yo, como si no hubiese visto ni oído nada, estaba ya terminando de vaciar la bolsa, cosa que realicé, di media vuelta sin alterarme. Ni proferí palabra, creo que ni emoción alguna fue reflejada en mi rostro. Dando la espalda a Gervasio y a su pistola, que me apuntaba en todo momento, volví, cruzando el camino, unos veinte o veinticinco metros, hacia mi jardín, y a paso normal como si nada hubiese sucedido.
Pienso que el hecho es realmente gravísimo. Esta persona lleva unos catorce años, desde que han venido a instalarse en este lugar de Fiunchedo, en Sada, molestándome, tanto él, como todo el elemento masculino de su familia, hijos y otros, agrediéndome, tanto a mí como a mi madre, e incluso a mi perro, (fallecido a causa de unas graves alteraciones nerviosas producidas por los tremendos sustos sorpresivos de los explosivos de alto nivel que colocaron, durante años, y de manera habitual dentro de mi jardín), así como de otras muy diversas y delictivas maneras. Agresiones verbales varias y de todo tipo, acompañadas siempre de amenazas de muerte continuas. En fin, terrorismo local, pero de alto nivel. La situación resulta de lo más desestabilizadora, indignante e irresistible. Ahora bien, lo de la pistola, narrado anteriormente, es la primera vez. Si bien ha hecho, hace ya algún tiempo, ostentación de armas delante de su casa, y enfrente a la mía, con la clara intención de amedrentarme. Esto último lo tengo grabado en video.
También diré, que hace algo más de un año, un industrial, conocido mío de Sada, y muy alterado, debido a la situación que acababa de presenciar, me comentó delante de un amigo mío, y a quien hizo partícipe también de la información, que Gervasio Carballo Brasa, había utilizado la pistola en alto, gritando amenazas de muerte, con la finalidad de amedrentar al grupo reunido en casa de este vecino de Sada, donde se trataban asuntos, al parecer, y siempre según los comentarios de esta persona, nada limpios, en relación con una denuncia a una persona que viste uniforme y de cercano parentesco a Gervasio Carballo Brasa. Fue la primera vez que tuve conocimiento de la utilización de arma de fuego por este hombre.
Ese lunes, 14 de marzo de 2005, inmediatamente después de lo sucedido, llamé a la guardia civil de Sada. La respuesta del que haya cogido el teléfono para responderme, además de incorrecta, resultó prepotente, e incluso desagradable y amenazadora hacia mí. Aunque es verdad que al día siguiente, martes 15, al personarme en el cuartelillo de Sada, para informar de este hecho, el agente que me atendió, Palomares dijo llamarse, tuvo un comportamiento más adecuado.
Lo que más me duele y preocupa, es el estado de nerviosismo y angustia en que mi anciana madre se encuentra muy a menudo, debido al comportamiento de acoso a que nos tiene sometido esta gente. Poseo cintas de video grabadas por mí, aconsejado por la máxima autoridad de la guardia civil de Sada en el año 1998, y en donde puede verse el comportamiento de estas personas en esa línea.

Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo; 12-07-2005


GERVASIO: INCIDENTE EN EL PASEO MARÍTIMO DE SADA

UN DÍA DE EFEBRERO DE 2006


En febrero pasado (2006), no recuerdo el día, caminando yo, Eduardo Fernández Rivas, por el paseo marítimo de Sada, a la altura de los servicios sanitarios, muy cercanos al hotel, se encontraba Gervasio Carballo Brasa en animada reunión con dos personas, varones, uno de ellos conocido mío, llamado César, alias “Trombones”. Al otro no le conocí. Al pasar, durante mi recorrido, por la cercanía de los tres, Gervasio dirigiéndose a mí, y mirándome, comenzó a llamarme loco, al tiempo que se reía y burlaba de mi persona. Continué mi camino sin responder palabra, como si no hubiese visto ni oído nada. El tal César, persona que sé que me admira y respeta profundamente, y quien siempre me ha saludado con deferencia, e incluso con cierto cariño, me dio la espalda riendo la “gracia” de Gervasio.

Pocos días más tarde, no más de tres, caminando yo por las inmediaciones del hotel del mismo paseo marítimo, me sale al encuentro César, alias “Trombones”, quien visiblemente acalorado y algo angustiado, me pide disculpas por lo sucedido unos días atrás, comentándome que el comportamiento de Gervasio Carballo Brasa, había sido el de un auténtico delincuente, y dentro de la conducta propia de la morralla más callejera (palabras textuales), que no lo podía creer. Bien, yo le respondí que las disculpas llegaban tarde, que lo que debería haber hecho era, ese día de autos, el no reír los insultos y burlas que Gervasio me dirigió, llamándome loco y otras lindezas, y saludarme como lo había hecho siempre. Le dije que lo que hacía, en mi opinión, era el acto de un miserable y de un cobarde. Pretendió quedar bien con Gervasio al reírle sus chascarrillos dándome la espalda, y ahora pretendía lejos de Gervasio quedar bien conmigo, teniendo la seguridad de que Gervasio no iba a enterarse de esta petición de perdón, y sobre todo de condena contundente al comportamiento de su amigo Gervasio llamándole delincuente y morralla.


Eduardo Fernández Rivas
Fiunchedo; 28-03-2006

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